En este espacio de opinión, se ha abordado en repetidas ocasiones cómo la implementación de tecnología en nuestra vida diaria no se trata simplemente de adquirir “juguetes nuevos para estar a la moda”. Aunque el desarrollo tecnológico, desde un punto muy sencillo, nos plantea mejores condiciones, lo cierto es que siempre es prudente que pongamos todo en perspectiva.
El pasado 10 de julio, Marcelo Ebrard presentó el Plan ANGEL como parte de su proyecto de seguridad, a pesar de la prohibición del Instituto Nacional Electoral (INE) y del propio comité de elecciones de MORENA.
Esta propuesta se fundamentaría, según lo presentado en el Auditorio BlackBerry de la Ciudad de México y a través de un video en redes sociales, en la implementación de tecnologías de punta como cámaras de reconocimiento facial, drones para perseguir delincuentes y bases de datos con inteligencia artificial, por mencionar los aspectos más relevantes.
Lo anterior, además de risible, presenta varios problemas, como los costos, la gestión de los datos, la implementación y la curva de aprendizaje en la implementación. Aunque Ebrard fundamenta la base de este plan en su experiencia como secretario de seguridad, lo cierto es que no es lo mismo la cancillería que la silla presidencial.
El panorama es simple: el poco respeto a los procesos de MORENA y la desventaja en las encuestas muy probablemente hayan obligado a Marcelo y a su equipo a dar un salto de fe, sin embargo, ese salto los condenó al vacío.
Desde situaciones en las que el perfilamiento morfológico carece de sentido hasta las graves violaciones a los derechos humanos que representa la videovigilancia en las calles, Ebrard parece estar más perdido que cuando comenzó todo. A menos de 24 horas de la presentación del plan el martes 11 de julio, Ebrard respondía a las miles de críticas de expertos y ciudadanos con un simple “Tu celular sabe más sobre ti que cualquier cosa que yo pueda intentar con un sistema de vigilancia en la vía pública, ¡por favor!”, denostando así no solo a ciudadanos y ciudadanas, sino también minimizando su error.
El Plan ANGEL representa el gran problema que a menudo ocurre en el caso mexicano: la adopción de “casos de éxito” sin considerar las situaciones locales, es decir, aunque la utilización de ciertos mecanismos como el monitoreo y la vigilancia hayan funcionado en territorios como China, lo cierto es que el goce de los derechos humanos es diametralmente opuesto en el país asiático en comparación con México.
La misma Claudia Sheinbaum hizo una lectura acertada, aunque tratando de evitar la polémica, que el mismo proceso interno de MORENA requiere, cuando se refiere a que más que la aplicación, adopción y compra de tecnología, no es suficiente y que la seguridad necesita de una estrategia integral que considere los implementos tecnológicos como instrumentos y no como solución absoluta.
Aunque Marcelo Ebrard insista en que la vanguardia de México está en la adopción de implementos tecnológicos para mejorar la seguridad en el país, lo cierto es que se trata de un debate sobre derechos humanos que necesita ser abordado de manera seria.
Mientras tanto, es importante destacar que disparates como el Plan ANGEL, porque lo es, reflejan de forma preliminar cómo va la contienda de cara a la elección de 2024.
¿Recuerdan el último proceso en el que cierto personaje “Bronco” presumía tener un plan para cortar las manos de los delincuentes? ¿Recuerdan cómo acabó ese candidato?
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