Ciento sesenta años, se cumplen hoy de la Batalla de Puebla, en la que las tropas mexicanas comandado por el general Ignacio Zaragoza, derrotaron al Ejército Francés, al mando del Conde de Lorencez, el que estaba considerado en esa época como el mejor del mundo.
Las causas de este conflicto fueron que por la llamada interna Guerra de Reforma, entre los grupos conservadores y liberales, que apoyaban las reformas constitucionales del presidente Benito Juárez, para la separación de las instituciones públicas del clero, lo llevó a suspender el pago de la deuda externa que mantenía con los países de Inglaterra España y Francia, llegando a un acuerdo con los tratados de la Soledad, para posponer su liquidación.
Los ejércitos de dos de esas naciones se retiraron del país, pero el de los franceses avanzó hacia el interior con el objetivo de llegar a la capital de la república, por lo que el general Zaragoza concentro sus tropas en la ciudad de Puebla para enfrentarlo iniciándose la batalla el cinco de mayo de mil ochocientos sesenta y dos, con una considerable desventaja de los mexicanos en el número de soldados y equipamiento militar, pero que reforzado con la participación de grupos indígenas armados con palos y machetes que fortalecieron la defensa.
La importancia histórica de esta batalla es que permitió la unificación de varios sectores de la sociedad mexicana, como una demostración de patriotismo y sentido de pertenencia nacionalista, además de la humildad del general Zaragoza, que al informar al presidente Juárez de la victoria, señalo “las Armas Mexicanas se han cubierto de Gloria”.
Para recordar este acontecimiento en el sector público, este día se tiene considerado inhábil y en las entidades del país, se realizan desfiles cívico militares y durante la ceremonia conmemorativa, el personal del Servicio Militar Nacional, llamado popularmente “Conscriptos”, rinde su protesta de defender la patria hasta ofrendar su vida si es necesario.
En nuestra ciudad una pequeña calle del Centro histórico, como también una escuela primaria tienen el nombre del general Zaragoza, pero no existe ningún monumento alusivo a su obra como defensor de las instituciones nacionales contra el ejército invasor francés, que un año después de que lo derrotara volvería para apoyar la imposición de Maximiliano de Habsburgo como emperador de México.