Enrique Meza Álvarez: espíritu y entrañas de un pueblo
Forjado entre los noroestes y las marismas del alto golfo y el entorno de sus entrañas y con el espíritu que le demandaba la expresión de sus emociones.
Fue una tragedia que convertida en huracán destruyo la expresión original del pueblo con tanta fuerza que destruyo viviendas y altero la paz de los muertos penetrando en los sepulcros del cementerio para después ofrecer una dantesca visión con cadáveres o esqueletos en las aguas del golfo.
Pero Enrique prefirió punzar la lira de la inspiración y cantar a su pueblo en homenajes a maestros, pero también expresa su sentimiento de una aspiración por la docencia.
Primero cursando los grados de la educación elemental y posteriormente convertirse en uno de los maestros destacados de su propia escuela y no puede haber mayor satisfacción que llegar a ser su directriz. Así lo logra Meza Álvarez.
Años más atrás esa parte del litoral del golfo al sur de Mexicali era prácticamente inexpugnable. 150 años más o menos empezaron a llegar corrientes migratorias por el golfo de California y se encontraron con un estuario donde abundaba un camarón que no tiene rival y un pez llamado totoaba
Su comercialización se efectuaba hacia el rio Hardy y las unidades móviles eran camiones de viejo modelo con llantas de madera. Fue una lucha tenaz. Con el tiempo San Felipe se convierte en la cabecera del séptimo municipio. Los esfuerzos habían fructificado. Tenía una carretera, medios de comunicación, instituciones educativas, extensiones universitarias.
Pero han sido esfuerzos jalonados que fueron sembrando los migrantes.
Entre esos migrantes, venía un hombre recio cuyo credo era el trabajo y comulgaba entre el altar de la fidelidad incorruptible. Se llamaba Silvestre Meza. Sudcaliforniano de pura cepa. Y su señora madre era Loreto Álvarez Mendoza oriunda donde en octubre de 1697 arribo a la bahía de San Dionisio la goleta Santa Elvira allá donde se fundó la primera misión de la alta y baja California.
Del matrimonio nacieron entre otros el maestro Enrique Meza Álvarez y al igual que muchos que han respetado la tierra del trabajo y del sol y del mar fueron plantando sus huellas en el devenir del tiempo.
El mentor y autor de este manojo de inquietudes, alguna vez le gusto o le gusta el canto y siempre entendí que era una forma de expresar toda esa fuerza que tenía y la quería sacar a como fuera lugar.
Llego el momento de hacer correr el lápiz o la libreta. Les habla en verso a sus padres, llora el paso a otro plano astral de un hermano cuando se zafó el eslabón, pero se repuso por esa cadena de la gran fraternidad universal.
Es un torrente de inquietudes y quiere hacerlas llegar a sus manos consciente que sus líneas no son palabras rebuscadas sino las letras hilvanadas que hablan de amistad, hermandad, amor por la esposa y la progenie, y por todo aquello que signifique progreso, justicia, y tranquilidad para nuestros pueblos.
En la poesía encontró que hoy pone a la consideración de usted amable lector.
Una media noche cuando las estrellas fugaces parecen jugar y la bóveda celeste se ilumina con las estrellas, cuando el mar del Alto Golfo está quieto y los noroestes se fueron a dormir, encontró el escenario preciso y al pie de una ventana con su voz únicamente sin músicos, le canta los versos de amor que se han convertido en canciones.
La mentalidad abierta y noble de la familia Guzmán, no puso ningún obstáculo ni enarbolo la xenofobia porque Enrique era de la clase humilde y Brenda pertenecía a una clase acomodada.
La semilla germino, el árbol del matrimonio produjo sus frutos y esos frutos los convirtieron a Enrique y a Brenda en abuelos y en bisabuelos.
Enrique Meza Álvarez, lo podremos afirmar sin temor a equivocarnos, es el producto de la cultura del esfuerzo, de su educación que significa formación humana y que las primeras enseñanzas las recibe de sus señores padres y después la arcilla seguirá siendo modelada por programas educativos y maestros responsables.
Algún día cuando tengamos que despertar del sueño de la vida, alguien dará vuelta a las páginas de este libro y ahí encontrara las entrañas y el espíritu de Enrique Meza que supo cómo varón de buena nacencia plantar la huella de la condición y dignidad humana.
Enrique: esto es lo que observo en tu perfil y con ello demuestras que nunca tuviste la intención de terminar como un adorno de escritorio o un ser humano sin ideales, sin fe, y sin esperanzas.
Te felicito. Dame un abrazo. Eres mi hermano.