Claudia Sheinbaum se impuso en la elección más importante de la historia de nuestra joven democracia mexicana, este triunfo, que marca un logro significativo, no sólo para ella, sino para todo el movimiento de la Cuarta Transformación, también inaugura una nueva era política en México. Con el traspaso de la banda presidencial de manos de Andrés Manuel López Obrador a Sheinbaum, se cimenta lo que muchos denominan el “segundo piso” de la 4T
La derrota amplia de Xóchitl Gálvez no sólo fue un golpe duro para la oposición, sino que también destapó una cloaca de elitismo y clasismo que se esparció como veneno en redes sociales y medios de comunicación. Desde comentarios que atribuían la victoria de Morena y sus aliados a los “jodidos”, como despectivamente se referían, hasta desprestigio de instituciones que juraban y perjuraban defender, revelaron un desprecio profundo hacia los sectores más vulnerables de nuestra sociedad. Esta actitud de superioridad, disfrazada de análisis político, no sólo es moralmente reprochable, sino que además está desconectada de la realidad de un México que, en su diversidad y pluralidad, decidió su rumbo en las urnas.
En mesas de análisis, algunas de las opiniones vertidas sobre la supuesta ciudadanía de “baja intensidad” de las y los mexicanos, contrastan de manera abrumadora con lo que se vive en el día a día en muchas de nuestras comunidades. Ejemplos palpables de alta intensidad cívica son los tequios en Oaxaca, donde la comunidad se une para trabajar en proyectos colectivos, reflejando una fuerte tradición de colaboración y compromiso social o cómo cuando nos lo proponemos como sociedad somos capaces de ser lo suficientemente unidos y resilientes para enfrentar desgracias y retos monumentales.
Es necesario señalar la ironía de aquellos que, habiendo marchado bajo la bandera de la “marea rosa” en defensa del Instituto Nacional Electoral (INE), se convirtieron en sus críticos más duros el día de la elección, ya que la misma gente que antes proclamaba su confianza en el INE y su importancia para la democracia, se mostró impaciente y despectiva hacia los funcionarios de casilla, que en su mayoría estaban ahí por un llamado cívico. Ver a personas de estratos altos presionando y menospreciando a estos ciudadanos comprometidos, sólo refuerza la percepción de un elitismo arrogante que está fuera de sintonía con el espíritu democrático.
De hecho en la casilla que me tocó votar fui testigo de cómo la gente, sin razón, le gritaba a los funcionarios de casilla, quienes con una templanza del tamaño del universo resistieron responder a las agresiones con la violencia con la que fueron increpados, lo cual verdaderamente fue inspirador y me dio un parámetro para ver cómo esa supuesta “ciudadanía de baja intensidad mexicana” es un mito que sigue atrapada en la mente de personas que no viven en la misma realidad que uno, o como dicen los chavos: “que no pisan el pasto de vez en cuando.
Una cosa son los resultados electorales y otra, igualmente significativa, son los resultados históricos de participación que se desarrollaron en relativa calma y con un alto nivel de compromiso cívico. A pesar de los desafíos y las tensiones, la jornada electoral del 2 de junio demostró la madurez de nuestra democracia y la capacidad de los mexicanos para decidir su futuro de manera pacífica y ordenada.
Ahora, como país, nos enfilamos hacia un momento histórico: tener a nuestra primera presidenta, Claudia Sheinbaum, quien con su victoria, no sólo rompe el techo de cristal, sino que también abre una nueva página en la historia política de México. Es un hecho que, independientemente de las opiniones personales o partidistas, merece reconocimiento y reflexión.
Del papelón que hicieron el PRI, el PAN y el PRD, será mejor analizarlo con calma y con el correr de los días, ya que mientras escribo estas líneas, siguen empujando una narrativa de fraude desde su cúpula partidista y paradójicamente buscarían un “voto por voto”, tal y como Andrés Manuel López Obrador, el hoy presidente lo pidiera ¿Qué cosas no?.
La jornada del 2 de junio será recordada no sólo por el resultado electoral, sino por el mensaje claro y contundente de que los mexicanos están listos para escribir un nuevo capítulo en su historia. Y en este nuevo capítulo, todos estamos llamados a ser ciudadanos de tiempo completo, comprometidos no sólo con el voto, sino con la construcción diaria de la nación que queremos.
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