En medio de la campaña presidencial de 2024, nos encontramos con la fascinante saga de las “Calacas Chidas”. ¿Quién podría imaginar que un meme se convertiría en el centro de una acalorada discusión política cuando, según ejercicios demoscópicos, hay una amplia ventaja que recorrer?
Resulta que la candidata de Fuerza y Corazón por México, Xóchitl Gálvez Ruiz, decidió hacer una acusación tan inesperada como controvertida: ¡acusar a Morena de rendirle culto a la “Santa Muerte”! Como diría la chaviza, “Fuentes: de Ortiz”. Pero, antes de entrar en esa polémica, dejemos algo en claro: las calacas chidas son solo un meme, medio malito a veces, pero meme al final de cuentas.
Dicha acusación sería “probada” por una publicación en las redes sociales oficiales de Morena, donde comparten una imagen de una playera que dice “un verdadero hombre no habla mal de López Obrador”, acompañada de su respectiva, irónica y ya icónica calaca chida, lo cual enfurecería y provocaría el casi levantamiento de personas que no entendieron un meme de 2015.
Más allá del humor y la ironía, este incidente nos deja una lección importante sobre la influencia de las redes sociales y la viralización de la información en la era digital. Las imágenes de las calacas chidas, que comenzaron como simples bromas en Facebook, se convirtieron en símbolos que desataron todo un debate político y religioso.
Antes del encuentro en el segundo debate presidencial en los estudios Churubusco, el meme había llegado al Senado de la República, demostrando así la polarización política y las creencias arraigadas.
¿Pero qué hay detrás de todo esto? ¿Estamos presenciando una lucha entre la libertad de expresión y las creencias religiosas? La respuesta es que no deberíamos. Por un lado, la libertad de expresión es un derecho fundamental que debemos proteger y defender. Por otro lado, el respeto a las creencias y la laicidad del Estado también son principios fundamentales en nuestra sociedad.
El incidente en el Senado con Lilly Téllez y su rosario versus la supuesta Santa Muerte en la cámara de senadores es una muestra más de la tensión entre estos dos pilares. ¿Dónde trazar la línea entre la sátira política y el respeto a las convicciones religiosas? Esta pregunta seguirá generando debates y reflexiones en los días venideros.
Incluso, las calacas chidas llegaron a una de las tribunas más importantes de México: la mañanera, donde el presidente Andrés Manuel López Obrador dejó claro que en México hay libertad religiosa y que se respeta el culto, aunque no se comparta.
Las calacas chidas y su inesperada incursión en la política nos recuerdan que, en este país lleno de color y tradiciones, nunca podemos dar nada por sentado. La política, al igual que la vida misma, está llena de sorpresas, memes incluidos, y los únicos ganadores de esta batalla contra este meme han sido los creadores de las peculiares playeras, quienes en los últimos días han ganado visibilidad en su emprendimiento.
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