Esta entrega la publiqué el 23 de abril de 2018, muchos después de lo ocurrido, hoy la reeditó a petición de varios lectores que me han pedido que se las comparta nuevamente. Muchas gracias.
* Boda en alta mar
Recién casado, hace varios ayeres, me contacto Cornelia Amador, paisana de Caduaño, para que le sirviéramos de testigos; se desposaría con un franco-italo-canadiense de nombre Nicole (el apellido no recuerdo) en aguas internacionales; Nicole, de unos sesenta y cinco años de edad, alto y corpulento, de acentuados rasgos europeos, se dedicaba a pescar centollas en el frío mar de Bering y Cornelia, su prometida, atendía su casa en Cabo San Lucas.
Un sábado muy temprano abordamos la embarcación de Nicole en el muelle fiscal –un barquito de 90 toneladas– con la brújula fija en aguas internacionales; la tripulación donde Nicole era todo; capitán, timonel, cocinero, ayudante, maquinista, afanador, etc., Cornelia, su prometida, Trinidad, hermano de la futura desposada; la juez del Registro Civil, Consuelo “Chelo” González, su inseparable secretaria, Matilde Osuna, Rosario mi esposa y un servidor: Nicole impuesto a navegar en aguas turbulentas no le fue difícil remontar el mar “encabrillado” que se presentó al pasar frente al bajo del “Charro”. Horas más tarde, ya en aguas internacionales, Nicole previamente había preparado un pequeño ambigú para la ocasión; cortes de jamón serrano, baguette, queso de cabra, embutidos provenientes de los Alpes franceses y champaña francesa, se dispuso a encabezar la ceremonia vestido de levis, camisa hawaiana de vivos colores y tenis; Cornelia con un vestido rememorando la flor de la pitahaya (típico vestido sudcaliforniano); Doña “Chelo” leé la epístola de Ocampo con el clásico sonsonete que le imprimía y Matilde, apuntando en el libro todos los pormenores de la ceremonia; doña Chelo, tímidamente se componía los lentes (antiparras) y se acicalaba el pelo que la leve brisa le movía a su peinado estilo Reyna Victoria, al terminar la ceremonia, el riguroso brindis y a degustar el rico ambigú preparado para la ocasión.
Después del brindis y las congratulaciones, Nicole levanta anclas y fija las coordenadas en dirección a esta ciudad; me habla en un español “mocho” pero entendible para que le ayude con el timón, mientras prepara la cena; me indica cuál es la dirección y me recomienda que no me descuide de la rosa de la embarcación; para esto, me sentía todo un marinero parado con el timón de la embarcación en mis manos, mientras él preparaba la cena; en cubierta, Cornelia y su hermano Trinidad, ponían las mesas y sillas y demás complementos; mantel, velas, copas y en el centro de la mesa, un vistoso arreglo floral y el pastel de bodas; de la cocina de la embarcación salían ricos olores del guisado que preparaba Nicole para la cena; a la hora y media de tomar la travesía entra a la cabina de mando, le baja velocidad a la embarcación, revisa las coordenadas y fija el timón en el centro de la rosa y me pide que le ayude a llevar el guisado a la mesa; al centro se sienta con su esposa, apagan la vela del pastel en medio de aplausos y sirve vino tinto, teniendo como fondo música estereofónica con trovas francesas; la escena es de lo más romántica.
De entrada, ensalada verde con aderezo italiano y nueces francesas; poco después centollas cocidas con un grevy especial cuyo sabor me es indescriptible, crema de centollas y como plato fuerte, carne estofada de alce con puré de papas, verduras pre-cocidas, pan, codornices con aderezo de maple, salmón y vino tinto; poco más de tres horas de travesía transcurren sin que nos demos cuenta, viaje inolvidable; Nicole se queda una semana en La Paz antes de partir a Quebec, semana en la que nos invita a comer y a cenar en varias ocasiones; platicó con él y me comenta como ha sido su vida y en que consiste su trabajo en la pesca de centollas; su experiencia durante la resistencia francesa, en la época de la resistencia y de los partisanos (francotiradores), así como de la constitución de la V República Francesa durante la presidencia de Charles de Gaulle; me invita al igual que a Trino, hermano de su esposa, para que vayamos con él a la pesca de la centolla en el mar de Bering; en lo personal se me hace atractiva la invitación y paso varios días medio confundido y medio dispuesto a irme no obstante que estaba recién casado, Rosario me dice en tono serio y sin titubeos, estás loco, como te vas a ir; finalmente desisto y me quedo aquí a seguir pateando el bote.
Hace poco más de un mes coincidí con Cornelia en un velorio en mi tierra, Caduaño, y estuvimos recordando pasajes de su boda; muchos de los pasajes que les comparto me lo recordó tras horas de plática, tenía desde ese tiempo que no la veía; Nicole murió hace muchos años y ella sigue haciendo lo que siempre ha hecho; trabajar; para Cornelia, mi reconocimiento y solidaridad permanente, para Nicole, doña Chelo González y Matilde Osuna, su eterno descanso. ¡Qué tal!.
Para cualquier comentario, duda o aclaración, diríjase a abcdario_@hotmail.com
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