¡Mis tiempos!
* Agua de Barro
Conocí “Agua de Barro” por medio de Minoru Shiba hace poco menos de diez años, me gusto el lugar por estar lejos de todo y por su difícil acceso ubicado en medio de un cañón con mucha agua dulce en el corazón de la sierra del Coyote, ahí vive la familia Gaxiola Geraldo, una familia numerosa que se dedica básicamente a la cría de ganado vacuno y atender un par de huertas con árboles frutales donde siembran forraje para el ganado, después que conocí lo he visitado varias veces y puedo presumir que he hecho buena amistad con la familia Gaxiola; con doña Carmen, la matriarca, Carmen la hija, don Julio, el Chepo (José), Narciso, Chuchil, Adrián y el Guty Higuera, casado con una de las Gaxiola, familia de bien dedicada al trabajo y a lo suyo.
Las veces que he ido siempre regreso el mismo día, como quién dice de estrada por salida, un poco por mi eterna sordera y por el escaso tiempo no me informado del todo bien del lugar, sé porque me han platicado que es tierra de “liones” (pumas), borregos cimarrones y venados, de hecho es la zona donde caza el Minoru Shiba que conoce la como la palma de sus manos. Hay temporadas que se les pierde ganado, sobre todo becerras y becerros cuando se “ceban” los “liones”, no lo cazan, los ahuyentan (espantan) para otras zonas cuando ven que merodean cerca del rancho que es el principal depredador que tienen, cuando se abre la caza del borrego cimarrón sirven de guía a los cazadores (gringos y millonarios) que se “acampan” en la sierra en pos de una buena presa (trofeo) designados por el ejido de Tepentú donde son ejidatarios. En este mes de noviembre, Narciso Gaxiola entregara la estafeta después de haber fungido como presidente del comisariado ejidal en los últimos tres años, entro al relevo Rodrigo Lucero Amador, un chavo con raíces en el Primer Bosque, joven bien intencionado, trabajador, echado pa’ delante que tiene la iniciativa, tal como la tuvo Narciso Gaxiola de reivindicar los derechos de los ejidatarios conculcados y pisoteados por muchos años por seudo ambientalistas que cobran en la Sociedad de Historia Natural Niparajá coludidos con lugareños.
Sin lugar a dudas un precioso lugar, habitado por la familia Gaxiola Geraldo que han logrado imponerse a lo inhóspito y apartado del lugar con trabajo, sacrificios, limitaciones y esfuerzos, la verdad que es una familia admirable. La casa se abastece de agua dulce que llega por gravedad a una pila ubicada alrededor del corredor, árboles frutales como papayas, naranjos, ciruelos rojos y colorados, zapotes, limas chichonas, limones, duraznos, olivos, higos, uvas, toronjos, mangos y matas de jardín adornan la caza de techo de palma, piso firme con paredes de piedra.
Sobre el arroyo pequeños ojos de agua, agua encharcada y agua corriendo que de momentos se pierde en la arena, las huertas, dos y un potrero, donde siembran forraje para el ganado, rodeada de árboles frutales, bambú hasta caña de azúcar y pequeños viñedos de uva todavía sobreviviente de la que introdujeron los jesuitas hace más de trescientos años, una uva morada y pequeña con mucha semilla, muy dulce, de la misma especie de las que hay en La Purificación y La Primera Agua donde aún elaboran vino artesanal o misional, en el mes de octubre es la vendimia, lo elaboran tal como lo hacían los jesuitas en la época misional; sobre la ladera de los escarpados acantilados que dan la impresión de ser gigantescos rascacielos crece de manera natural la saya o salla y la cebollita de indio, esta última parecida a la cebolla cambray, de sabor dulce, la saya o salla, tubérculo muy parecido a la zanahoria o el camote que era la base de la alimentación de los guaycuras, la cual tiene usos comestibles múltiples y variados en las caldos como camote o papa, asada, se muele y se hace harina con la que elaboran tortillas y atoles, la semilla se tuesta y se hace una especie de sucedáneo del café.
En Agua de Barro nació y se crío mi amigo muy querido de muchos ayeres, Pilar Almaraz Alvares, quien me ha platicado algunas anécdotas cuando cruzaba la sierra en la noche con su mamá de Agua de Barro a San Evaristo cargando dulce de pencas de maguey hecho en horno y semillas de saya o salla que “cambalachaban” por pescado y marisco secos en San Evaristo y en punta El Coyote, sierra que durante el porfiriato le dio vida a una vinatería francesa que extraían de los magueyes, en las laderas de la sierra aún se conservan las viejas brechas porfiristas por donde bajaban con los carretones de madera tirados por bestias que transportaban el vino, me han comentado que en las partes altas de la sierra aún se encuentran grandes galerones y barricas de madera donde hacían el vino.
Gracias a mi amigo Minoru Shiba he tenido la oportunidad de conocer este precioso lugar, único para mí, convivir con la familia Gaxiola donde he disfrutado unos ricos sachimi, ceviches y aguas chiles preparados por las experimentadas manos de Minoru Shiba, carne y costillas asadas, así como pescado empapelado.
Sirve esta breve monografía, mini historia, para describir didácticamente “Agua de Barro”, un verdadero Shangri-La en la sierra del Coyote, y reiterarles mi amistad, mis afectos y respeto a la familia Gaxiola que todos los días hacen patria desde esa inhóspita e indomable tierra. Saludos.
Para cualquier comentario, duda o aclaración, diríjase a victoroctavioBCS@hotmail.com
PD. Comparto algunas imágenes de ese precioso lugar captadas con mi celular.