¡Qué tiempos aquellos!
Birria de coyote
Hace un par de años mi amigo Ramón Fisher me compartió este inédito video de un par de coyotes que fueron filmados “surrapeando” en una tina donde habían freído chicharrones, el video me recordó una anécdota que me platicaron hace algunos años de seis inexpertos y noveles cazadores, entre ellos dos mecánicos, cuya identidad me reservo, que protagonizaron la historia; todos los sábados se daban cita en un taller mecánico donde después del mediodía hacían todo tipo de fritangas, carnes asadas, pescados empapelados, caguamas, caldos largos, birrias, menudos, etc., como pretexto para agarrar la “peda”, entre ellos se llevaban bromas pesadas, palomilla amarga al fin; un día atraídos más bien por los mitotes que por les gustara decidieron ir a los “venados”, medianamente conocían el monte y algunos “parajes” porque habían ido con otros venaderos nada más, así que prepararon los “cachivaches” (tendidos), lonas para la sombra, agua, bastimento (comida), trastes para cocinar y ¡fierros! pa’ la “acampada”; tres de ellos se fueron un día antes para levantar el “paraje”, hacer el “atizadero” y juntar leña, al día siguiente llegarían los otros tres.
Agarraron la brecha “petrolera” del 68 que se junta con la brecha que baja del 61 para peinar, según ellos, la zona de la “difuntita”; habían recorrido poco más de media brecha y les gusto un “limpio”, a un lado de la brecha para levantar el “paraje”, cerca de una cañada tupida de uñas de gato, algodoncillos, chicuras y copales, justo la “cañada de la víbora”; levantaron el “paraje”, juntaron leña e hicieron el “atizadero”; en la tarde de ese mismo día comenzaron a rondar el paraje una manada de coyotes que no le dieron mayor importancia, ¡ah! pero en cuanto cayó la noche no los dejaban dormir; hartos de los aullidos (había luna llena) sacaron los rifles y comenzaron a disparar para espantarlos matando dos robustos coyotes en la trifulca, los recogieron con la maldad ya en la cabeza de hacerlos birria para dárselos a los invitados que llegarían al día siguiente, y como llevaban chile colorado preparado y todos los “menjurjes” porque la idea era hacer birria pero de venado, optaron que fuera de coyote, ellos no comerían como finalmente ocurrió, pretextando mil excusas; le tumbaron los cueros, los destazaron, los lavaron y ¡palos! los echaron en una olla tamalera dejando que se cocieran lentamente con el puro calor de las brasas.
Nunca se imaginaron que la birria quedaría criminal, en su punto, únicamente la probaron pero no comieron sino que de desayuno prepararon huevos con salchichas, la birria era para los que llegarían esa mañana; a media mañana hicieron su arribo al “paraje” los invitados con una hambre de los mil demonios, ya en el “paraje” les platicaron que un día antes habían tumbado dos “crillones” que los habían hecho birria y se le fueron a la olla como perros a bofes, no solo se sirvieron sino que repitieron porque había quedado “muy guena”, coman ustedes también les decían a los otros tres y estos contestaban “ya comimos”, la birria había quedado tan “guena” que uno de ellos pidió que lo que quedara en la olla se la traería para su casa, comprometiéndose de llevar la olla al taller ya lavada.
Los dos días que estuvieron “acampados” muy poco salieron a “venadear” por la sabrosa “peda” que agarraron al calor del “atizadero”, unos comiendo birria y otros inventando pretextos para no comer; en sus “salidas” nunca vieron nada ni “juellas” porque estaba muy “movida” la zona según ellos, a los dos días levantaron el “paraje” y ¡fierros! para esta ciudad; pasó el tiempo y de vez en cuando se acordaban de su salida a “venadear” recordando la birria porque no “tumbaron” ni un “hijuelachingada” salvo los dos “crillones” que habían hecho birria; al pasar de los días los otros tres que no habían comido birria porque sabían que era de coyote sacaron la vacilada que los dos días que habían estado “acampados” donde los tres invitados se hartaron de birria, éstos no hablaban sino que aullaban como los coyotes, cuando se enteraron de lo que había pasado se hizo una fuerte alegata de reclamos y mentadas de madre pero como se llevaban bromas pesadas no les quedo más que aguantar y aceptar que habían comido birria de coyotes. ¡Qué tal!.
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