Mis tiempos
* Umi
A la niña de mis ojos, Mayra Alejandra García Martínez de Geraldo, en su cumpleaños. ¡Muchas felicidades Macu, te quiero mucho!
En marzo de 2023 tuve la fortuna de conocer a don Cano Pérez, viejo ranchero que paso la mayor parte de su vida en el rancho de Umi, no obstante su edad aún se ve fuerte, “huilo” que es de lo que se queja, hace unos años abandonó su rancho porque ya no pudo cuidar su ganado y chivas dejando en su lugar a un hermano menor que también se queja de la “huilera” y le falla la vista, vive solo con la compañía de un burro viejo que utiliza en sus cortas caminatas en la zona y un perro, el ganado y las chivas se las cuidan kilómetros más delante en el rancho “Las Tinajitas” donde vive otro hermano, justo en medio de la mesa de Umi.
Don Cano tiene infinidad de anécdotas y vivencias, conoce como nadie la mítica zona de Umi donde vivió la mayor parte de su vida, más de las veces solo. La zona de Umi la he recorrido solo en carro un par de veces, admito que me atrae no sé porque, siempre que paso por la zona presiento algo extraño, experimento la sensación de visitar un territorio sagrado, y lo es según mis agudas deducciones, hasta donde he logrado investigar fue un asentamiento guaycura por la abundante vida silvestre que había en esa época, además de pitahayales, yuca y una serie de tubérculos que eran base de la alimentación de nuestros antepasados, también un punto de convergencia de las tribus indígenas (guaycuras) que se trasladaban de la sierra del “Coyote” al campo pesquero “Los Burros” cuando terminaba la época de las pitahayas y se ahuyentaban los venados y borregos cimarrones en la sierra, de ahí que pasaban una temporada en “Los Burros” pescando y sacando almejas.
Cuando don Cano Pérez estaba joven Umi era un rancho prospero, sembraban maíz, frijol, habas, calabazas, sandías, melones y todo tipo de hortalizas, el rancho aún conserva un “limpio” de tres o cuatro hectáreas donde sembraban, el agua la taren por gravedad (a través de mangueras) de las laderas de la sierra de Umi donde existen 32 aguajes en la parte alta de la sierra, con el agua no tienen problema, tienen agua suficiente y buena agua que proviene de un ojo de agua distante del rancho a más de 5 kilómetros.
Por la vegetación se ve que antes era una zona muy llovedora, vegetación alta y tupida de palos fierros y mezquites, cardones y pitahayas, como es una zona poco transitada se mete mucho venado y el venado atrae a los “liones” (pumas), de ahí que el mayor depredador sea el “lion” (puma) que les mata becerros y chivos, en lo personal me gusta la zona por lo aislado, el silencio y la tranquilidad que se respira.
Un día se le perdió una chiva a don Cano, una chiva mascarilla que le daba 4 litros de leche, muy buena chiva, tenía dos días que no bajaba al agua, decidió ir a buscarla, ese día camino toda la mañana y nada excepto “juellas” recientes de un “lion”, lo que le dio mala espina, ya de regreso al rancho tomó otro atajo siguiendo las “juelas” del “lion” que lo puso en máxima alerta, al dar la vuelta a una pequeña loma de pronto se topó con el “lion” que estaba comiéndose la chiva, no llevaba arma salvo un cuchillo fajado en la cintura y un mecate liado en los hombros, se detuvo por unos segundos observando cómo el “lión” se saciaba con la chiva, el “lion” no lo había sentido, le llego por la parte de atrás, le pegó un grito fuerte y el “lion” se espantó pegando la estampida, su mejor chiva muerta por el “lion”, solo le había comido los dentros, estaba calientita, la acaba de matar, aun así la dejó tirada pudiendo aprovecharla, al tercer día regreso al mismo lugar armado con un viejo saloncito .22 de un solo tiro y ahí estaba la chiva, el “lión” no volvió y los coyotes no la habían “olfateado”. Vaya este breve relato con el mayor de mis afectos como un reconocimiento sincero a don Cano Pérez, leyenda viviente de Umi. ¡Qué tal!.
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