Mis tiempos
* El “Panchón”
…….“a partir de este día comeremos frijol con arroz”, fue la orden tajante que dio el “Panchón” en su casa después de 4 días de parranda; cambio los focos de la casa de 60 por 15 watts en aras de ahorrar energía y pagar menos por consumo de energía eléctrica, la orden equivalía para la familia a tener que sujetarse a una economía de guerra, un drástico stop en el gasto familiar; nada de gastos innecesarios, de comer carne o comprar coca colas, nada de nada, la familia seguido tenían que ajustarse el cinturón cada vez que el “Panchón” agarraba la parranda tres o cuatro días con mariachi, cerraba el ranchito para él solo acompañado de un ramilletes de bellas chicas de la vida galante, debilidad en la que gastaba hasta el último peso después de hacer buenas mareas.
Lo conocí allá en los años 70’s, quizás rondaba los 50 años, de estatura media, fornido, con panza de ballenero, de piel cobriza curtida con el sol y la sal, eso sí un excelente pescador y buzo, cuando buceaba solía jugar con las orcas y los tiburones en el fondo del mar; hacer mareas de 700 o más kilos de guacho (huachinango), tripas (tiburones), encerar pargos mulatos, tenderle las redes a las caguamas, cochitos y a los tiburones era de clase mundial, no había pescador que le hiciera sombra.
Cuando lo conocí y comencé a tratarlo, reconozco que era muy buena persona y mejor amigo, me reservo su nombre en su memoria QEP, tenía un pick up internacional modelo 50, tosco pero eso sí muy fuerte, donde quiera le quedaba tirado ya porque se ponchaba, se le cerraban los puntos, de la calentaba el radiador o le fallaba el carburador, desperfectos mecánicos que el mismo provocó al cambiarle las espreás del carburador poniéndoles más chicas de un motor de cuatro cilindros; le quitaba fuerza al motor, el motor se esforzaba y eso provocaba que se calentara, según él se ahorraba gasolina, gastaba mucho menos pero donde quiera quedaba tirado.
En la medida que comenzaba hacer buenas mareas poco a poco se relajaban las medidas de austeridad autoimpuesta a su familia aunque al pick no le invirtiera nada, recuerdo que traía llantas de 6 lonas como los jeep del ejército que parecían cueros de víbora, solo bastaba que lo acelerara para que el motor comenzará a toser como si tuviere tuberculosis, ni se inmutaba, ya estaba familiarizado con las fallas del viejo pick up internacional, ocasionalmente me lo prestaba para ir a la leña, cada vez que me ponía al volante me daba la sensación de traer un camión madedero como los leñadores de Alaska, le “lloraba” el diferencial trasero, tenía mucho “juego” en la dirección y era de doble closhazo para que le entraran los cambios, no necesitaba ser doble era todo terreno.
Era un excelente anfitrión, en su casa siempre me atendía muy bien, se comía muy buenos mariscos; caguamas preparadas en el carapacho, langostas, caracoles, jaibas, ostiones y pescado no se diga, su esposa y el tenían muy buen sazón y eran generosos para la comida, cuando agarraba agua la nuble comían muy bien excepto los días posteriores cuando el “Panchón” agarraba la parranda tres o cuatro días seguidos.
Murió a principios de los años 90’´, relativamente joven, quizás 70 o 74 años, aún hacia buenas mareas a su edad aunque le “bajó” a las parrandas, era de un “ochito” nomás, ya no de días y noches, tuve la oportunidad de visitarlo los últimos días que cayó en cama por una embolia y de asistir a su velorio y sepelio, cumplí con él y su familia como amigo hasta el último día, satisfacción que guardo en lo más íntimo de mis recuerdos, descanse en paz en buen “Panchón”. ¡Qué tal!.
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