Pescadores
* Lupe y María
El relato que hoy les comparto -anécdota- me la platicaron hace un par de años en uno de los tantos parajes pesqueros que frecuentemente visito, la historia es real, verídica, omito los nombres de los protagonistas y el lugar donde se escribió la historia por razones absolutamente comprensibles, lo comparto lo más apegado a la versión inicial que me platicaron a la vera de una “guasanga” de tecolotes y lechuzas, he aquí la historia.
Lupe y María formaban un matrimonio forjado en medio de muchas penurias y sacrificios como muchos que hay en los parajes o campos pesqueros tanto en el golfo como en el pacifico, Lupe, un hombre de trabajo rudo, espigado, correoso, tostado por el sol y la sal, era un garbanzo de libra, dedicado cien por ciento al trabajo y a su familia, no tomaba, no fumaba, no iba a fiestas, salía del campo pesquero cuando solo era muy necesario, ora sí que cuando no “había de otra”, todo el sagrado día se la pasaba en el agua (mar) revisando y tendiendo redes (redes) o pescando de la orilla, poco socializaba con otros pescadores, en suma era un pescador fuera de serie; consagrado al mar y a su familia.
Eso sí muy prolífico para hacer chamacos, un auténtico conejo, tenía 14 hijos, el mayor de 19 años y el menor de meses, de brazos, imagínense para darles de comer a tantas bocas, vestido y escuela, Lupe era el único que trabajaba en la familia, el único sostén, su señora se dedicaba por completo al “hogar”, a criar los 14 chamacos, cuando la familia todavía no era numerosa eran relativamente felices, alcanzaba lo que ganaba Lupe para la del “perro” (comida) y para comprarse algún par de zapatos en la Canadá, un pantalón de mezclilla con doña Auxilio en el “Baratero Cumbre”, un sombrero de palma en el mercado Madero e incluso un reloj con doña “Chole” en La Primavera, pero con el paso del tiempo la familia creció, la pesca comenzó a disminuir por la misma sobre explotación con el agregado de que había más bocas que mantener, al principio se daban el lujo de comerse una cabrilla, una langosta, pargo, perico, almejas y caguamas de vez en cuando, ah pero comenzó a crecer la familia Lupe se vio obligado a vender todo que sacaba así fueran curricatas, tamborillos, cubanas, barriletes, botetes etc., María, su esposa no entendía el desequilibrio que existía que al crecer la familia crecieron las necesidades y las obligaciones de Lupe más no sus ingresos, y la pesca cada vez escaseaba más y ella exigía y exigía sin entender los “cambios” al interior de su familia, antes de nacer sus últimos tres “chilpayates” (hijos) comenzaron los problemas entre ellos, pleitos a cada rato, alegaban todos los días, Lupe amenazaba con irse y María, en medio de las agrias discusiones lo convencía de que no se “juera”, “que vamos hacer si te vas” le decía, y con eso lo hacía que volviera al redil, así transcurrieron los últimos años hasta que un día, ya con 14 hijos Lupe no tuvo más remedio que “tirar la toalla” en una de sus frecuentes y agrias alegatas con María, harto, sin salida de escape y sin maya de protección le dice a su esposa en tono seco y decidido, “ya me cansaste jijadelachingada, me “gúa” a ir y no vas a saber nada de mí, hay te las arreglas tú pa que sepas lo que cuesta mantener la familia y tu sin tenerme ni una lágrima de consideración”, agarró una tara y echo un par de mudas que tenía, lo amaró con un mecate y se dirigió a la panga donde la tenía fondeada, se subió y comenzó a enredar los cabos (mecates) dentro de la panga mientras María no paraba de gritarle “regrésate Lupe”, “regrésate Lupe” y Lupe como si nada, convencido de irse, en eso se acerca María a la orilla de la playa, y “enfrentito” a la panga donde aún se encontraba Lupe haciéndose pendejo enredando los cabos y le grita, “volteada pa’ acá malagradecido”, se levanta el vestido, se agarra con las dos manos sus partes íntimas (“chacuaco”) y le grita, “mira cabrón lo que vas a dejar”, Lupe voltea para donde está María sosteniéndose con las dos manos el “chacuaco”, se queda sentado un rato en la panga, María se va para su casa y al rato la sigue Lupe convencido de que ya no se “gúa” a ir, terminando así las “contrariedades” entre Lupe y María. El pescador que me platico la anécdota la remató con un estribillo, y me dice; “mira Víctor, el “huevo de aura es cabrón” jajajajajaja, y vaya que sí. ¡Qué tal!.
Para cualquier comentario, duda o aclaración diríjase a victoroctavioBCS@hotmail.com