Mis tiempos
* Cuando se perdió el “Arepa”
En el verano de 1998 prestaba mis servicios como vocero de la VIII Legislatura del Congreso del Estado, recuerdo que un día en la mañana me habló Manuel “Meño” Meza DEP quien seguido me acompañaba pal “Cantil de Abajo”, gracias a él conocí a Firmato Cota, a doña Lupita Talamantes y al famoso “Arepa”, era un viejo amigo de ellos, le había hablado Firmato muy de mañana para pedirle que “juera” y que me invitara, traía perdido al “Arepa”, había salido por un becerro que tenía “atrincado” en el monte y no había regresado al rancho, “nomás que terminé de perfilar un baño que estoy resanando ¡Fierros! pal “Cantil de Abajo”, me atajó, “me agarraste en frío Manuel, no tengo dinero ni para los cigarros, como crees que voy a ir con la manos vacías”, le conteste, “pide prestado” me dijo muy orondo como si fuese fácil pedir dinero prestado, total esa mañana conseguí prestado unos chelines para comprar café, azúcar, pan, verdura y cigarros, a sabiendas que en el “Cantil de Abajo” siempre hay que “testerear”, esa tarde a las cinco agarramos la brecha pal “Cantil de Abajo”, dos horas y media de brecha.
Pasadas las ocho de la noche llegamos al rancho, Firmato nos estaba esperando con un termo de café, un galón de agua y varios burritos de frijol con queso y “michas”, tortillas de harina hechas como gorditas amasadas con panocha, en la camino el “Meño” trazó el plan, nos llevaríamos la lámpara y el rifle, aprovecharíamos para tirarle una lamparita a un “hijuelachingada” y buscar al “Arepa”, hecho y dicho, el “Meño” tenía un pick up Toyota 1982, cuatro cilindros, motor 22 R, muy buen carro, me gustaba mucho, traté de comprárselo pero nunca quiso vendérmelo, me subí en la caja del pick up para ir tirando lámpara, el “Meño” y Firmato en la cabina del carro, esa noche avistamos varios coyotes y zorras pero venados nada, y menos al “Arepa”, a las tres de la mañana abandonamos la búsqueda para seguirle otro día a pie, llegamos al rancho y con la misma nos acostamos, a las seis de la mañana después de tomar café y rescatar algunos burritos y “michas” que habían quedado de la noche anterior a darle a búsqueda del “Arepa”, un día completo y dos noches perdido apremiaban, pensábamos que lo íbamos a encontrar muerto, en el monte, cerca del rancho, nos repartimos las zonas que “peinaríamos”, Firmato llevaba los burritos, las “michas” y el termo de café, Manuel un .243 con mira telescópica y yo un galón de agua y unos binoculares, esa mañana caminamos a paso de policía chino cerca de cinco horas sobre terreno plano, pequeñas lomas pelonas y una que otra cañada, monte chaparro que normalmente casi siempre está verde por el sereno y la brisa del pacifico, Firmato fue el que lo avistó recostado en el tronco de un “palo san juan” en muy malas condiciones, sin conocimiento, deshidratado, sin conocer a nadie, sin fuerzas para levantarse y en lugar de hablar balbuceaba, Firmato le comenzó a dar café caliente en pequeños sorbos mientras yo llegaba con el garrafón de agua, se comió dos burritos y una micha con café ya que recobró el conocimiento, le dimos agua a cuenta gota y espaciada, siempre andábamos lejos del rancho, tal vez ocho kilómetros, lo más cerca que quedaba donde la encontramos era la brecha del carro, quizás unos seiscientos metros, como pudimos lo acercamos a la brecha de carro mientras el “Meño” iba por el Toyota al rancho, ese día llevamos una reverenda chinga cargando al “Arepa” en hombros hasta que lo subimos al carro, en el rancho le dieron suero y sus pastillas de la presión y el azúcar, hasta en la tarde, bien tarde, le prepararon un caldillo de machaca de res con arroz, papás y tortillas de maíz, en la noche se volvió muy platicador.
En realidad no supo que fue lo que le paso, el caso que perdió la noción del tiempo y se perdió probablemente por un “golpe de calor”, tenía diabetes, padecía de la presión y le daban taquicardias, buen hombre, tal vez unos 75 años, muy trabajado, no obstante que lo trate mucho nunca supe su nombre de pila, ni sus apellidos, si era familiar de Firmato o de doña Lupita, lo único que me enteré es que era de un rancho de la zona, que nunca se casó, que siempre trabajo en ranchos, tenía años viviendo en el “Cantil de Abajo” donde le ayudaba a Firmato con los animales y asistir una pequeña “huertita” donde sembraban verdura, forraje para el ganado, chícharo, calabazas, habas y maíz entre otros. Murió varios años antes que doña Lupita y Firmato, postrado en cama en estado vegetativo, al final del día las malpasadas, los desarreglos y su apatía de ver médicos etc. le cobraron factura. Descanse en paz el buen “Arepa”. ¡Qué tal!.
Para cualquier comentario, duda o aclaración, diríjase a victoroctavioBCS@hotmail.com