¡Mis tiempos!
* Siempre hay una primera vez
Todo tiempo tiene un comienzo y también tiene un final, en nosotros queda definir cómo será el final honrando con fidelidad los propósitos originarios que motivaron escribir y compartir crónicas y relatos de nuestra vida pagana; con este relato pongo punto final a crónicas de cacería que compartí con ustedes durante muchos años en aras de mantener vigente una vieja costumbre que nos ha proveído de identidad, satisfacciones y sinsabores, al abrevar en la vida ordinaria de los sudcalifornianos y sus quehaceres que han forjado parte de nuestro carácter y razón de ser. Hoy más que nunca necesitamos reencontrarnos con nosotros mismos, con nuestra tierra y con nuestras costumbres, BCS se cierne sobre en un hito de su porvenir preocupante y delicado; la desaparición y exterminio de nuestras costumbres que forjaron nuestros proyectos de vida: El avasallamiento de otras culturas impulsadas por nuestros mismos gobernantes, negar nuestro pasado y hacer a un lado nuestra historia obligan hacer un nuevo replanteamiento sobre el tema, ya no vasta las narrativas folclóricas y costumbristas de las “parajeadas” ni de las venadeadas” para enfrentar lo que viene, y lo que viene créanme no es nada bueno ni deseado. Que Dios los bendiga.
Detrás del asiento del “Andariego” hay un pequeño compartimiento, me imagino que para guardar herramientas, de 10 por 30 centímetros aproximadamente que se cierra con un tornillo mariposa, en él siempre traigo sal, una caja de cigarros, fósforos, papel sanitario y una “trucha” (cuchillo), para tomar tales precauciones primero tuvo que pasar algo para escarmentar y tomar providencias, he aquí lo que nos pasó; un día salimos de caza Pilar “Pilarillo” Almaraz, Víctor “Vidorria” Manríquez y yo (los tres mosqueteros) y al modo “trochi” y ordinario se nos olvidó hasta el lonche, solo llevamos un par de cuchillos, nunca nos imaginamos que caminaríamos todo el sagrado día, la salida de “Tierra Santa” (Conquista Agraria) fue temprano, antes de que aclarará, un rifle .6mm con mira, dos cuchillos y un galón de agua y párenle de contar, tan así que olvide llevar suficientes cigarros, solo traía 7 cigarros aplastados en la cajetilla, y eso para mí, es una tragedia, podré pasar sed, hambre, frío, calor pero sin cigarros ya cambian las cosas, aun así agarramos brecha sin reparar lo que pasaría; el plan era “peinar” los lomeríos y cañadas que colindan con la “difuntita”, entrar por el cruce de las brechas petroleras del 61 y el 68, teníamos noticias que nadie había andado por esos rumbos, y como es una zona muy venadera, pues a darle que no es mole de olla.
Justo donde dejamos el carro nos topamos con “juellas” fresquecitas de un “hijuelachingada” grande, no menos de 8 picos, nos entusiasmamos tanto que no armamos ningún plan de caza, fue solo seguir las “juellas” como los policías chinos, confiados que en el momento menos esperado nos toparíamos como la presa, el caso fue caminar y caminar sin reparar cuánto terreno abarcamos, ese mediodía cuando dejamos de caminar y buscamos una sombra donde descansar fue cómo nos dimos cuenta que andábamos lejos de donde habíamos dejado el “Andariego”, lo único que llevábamos era el galón de agua y los cuchillos, era en febrero, día agradaba para caminar, un poco de frío y bruma, medio nublado, era un día sin sol, azul como una ojera de mujer -como reza el bolero de Agustín Lara-, para esto, yo hacía durar las cigarros, prendía uno, le daba dos o tres fumadas y lo apagaba, lo guardaba en la cajetilla, estaba largo el día para que me aguantarán siete aplastados cigarros, ora sí que como dicen los abogados, tuve que recurrir a “economía procesal” para que me durarán.
En la tarde, apenas habíamos comenzado a caminar cuando el “Vidorria”, como todo un francotirador “tumbó” un venadito de horqueta, muy carnudo y gordo por cierto, el pedo fue “paletearlo” hasta el carro, pero como en esta vida nunca hay que decir “no puedo”, a duras penas, eso sí con un altísimo costo de sudor y pedos logramos “paletearlo” hasta el carro, cuando llegamos con el animalito nos andaba cargando la chingada de hambre, solo con el café de en la mañana, al colgarlo para quitarle el cuero el “Pilarillo”, en su papel de “Comandante en Jefe”, dispuso que los lomos los asariamos allí mismo, mientras lo “pelaban” junte leña que hicieran buenas brasas, palo colorado y uñas de gato, e hicimos una “lumbrada” para asar los lomitos, como no traíamos parrilla los sobrepusimos en la cruceta del carro para que se asarán lentamente al estilo argentino, los lomos quedaron para chuparse los dedos, eso sí sin sal, tortillas ni salsa, como Dios manda, para eso de las seis de la tarde ya habíamos destazado el de horqueta y comido muy bien, después de atracón prendí el último cigarro que lo disfrute como si fuese un leño de marihuana, a partir de esa experiencia procure traer siempre en “Andariego” sal, cuchillo, cigarros, fósforos y papel sanitario, en esta vida siempre siempre hay una primera vez como en los gobiernos “históricos” y “primerizos” de las autonombradas izquierdas jajajajajajajajaja. ¡Qué tal!
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