El estilo
Forjar el estilo para un periodista es como lanzar la marca de un producto al mercado; tarda en conocerse y bien a bien no se sabe sí tendrás éxito; claro sí lo logras ya está del otro lado; llevo más de cuarenta años depurando mi forma de escribir, al fin silvestre y atropellada, y aún no puedo decir con satisfacción y convencimiento que logre forjar una identidad, un sello personal, la marca de mis escritos.
Cuarenta años inmersos en una constante y ruda lucha por salir del montón, por ser yo, yo y mis circunstancias –como decía Ortega y Gasset–; hoy sé que me identifican más porque llevo muchos años en este oficio ora sí que por mis escritos (garabatos) que por un estilo personal depurado y reposado; en el bajo mundo de los malquerientes sobran que me cuelguen sambenitos.
Esto me llevo a escribir mi primer libro, luego el segundo y el tercero con el quiero cerrar mi ciclo más como emborronador de planas, el tercero es un proyecto, una idea sin aterrizar; la necesidad de trascender es mucho más poderosa que la capacidad misma, máxime para un periodista chapeado a la antigüita, de lento aprendizaje y con una fuerte discapacidad (sordo), eso sí la lucha se hace.
Pese a mi permanente insatisfacción de buscar un estilo que me identifique he logrado abrevar en otras experiencias periodísticas escribiendo relatos e intentando redactar crónicas, sin embargo me siento demasiado lento para aprender nuevas técnicas; lo único que sé o estoy medianamente convencido es que a estas alturas de mi vida de política escribiré poco o nada y eso al menor es un buen referente; de tanto perder olvide ganar.
Puedo decir, sin presumir, que el tiempo y las circunstancias me han enseñado a jugar con el score, la política dejo de apasionarme y ahora son mis circunstancias las que ocupan mi tiempo; nada más estimulante y gracioso que repasar lo poco o mucho que haya hecho sonriéndole a la vida y vivir cada segundo de la vida de la mejor manera; haciendo lo que me gusta hacer.
Las nuevas generaciones tienen mucho tiempo para aprender y pueden perder y desperdiciar su tiempo video-grabando globos aerostáticos como ovnis o editando declaraciones a modo como ocurre frecuentemente con la nueva orneada de “periodistas” en el feis, lo de menos es el rigor periodístico, el estilo, el sello de la casa; las nuevas generaciones quizás no comprendan que en escenarios polarizados y crispados como los que hoy vivimos es poco lo que se puede hacer para labrar un estilo, lo más práctico es convertirse en un periodista del montón.
Hoy vivimos otros tiempos y lo que antes se veía como algo anti ético e incluso fuera de contexto como dicen los gringos -dejemos el rigor periodístico y el estilo de lado- y se ve hasta natural, vamos, lo que no hacían los “periodistas chayoteros” hoy lo hacen los periodistas de la 4T, escribir desde una realidad alterna donde solo existen sus dichos y alabanzas, un tanto parecido al viejo dilema del porqué ladran los perros en los ranchos, tema que llevo tiempo profundizando para conocer meridianamente el éxito de los que ladran frente al infortunio de los que escriben. ¡Échense ese trompo a la uña!
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