Mis tiempos
* La grabadora de Mario Rivera Watanabe
En 1982, recién dado de alta como miembro de la ARPE (Asociación de Redactores de Prensa Escrita) que aglutinaba a periodistas que escribíamos en semanarios, revistas y en las piedras, curiosamente la mayoría sudcalifornianos, Mario Rivero Watanabe, corresponsal en BCS de un periódico de Sonora, presidia la asociación, Rivero Watanabe era revistero no diarista con los había hondas diferencias, los diaristas aglutinados en la APyR, en su mayoría eran fuereños; reporteros, columnistas y reporteros de diarios como el Sudcaliforniano, Ultimas Noticias, La Voz, el Avante, Centro de Radio y Televisión Canal 10 y de la XEHZ, la crema y nata del periodismo en el estado, los privilegiados, los que siempre tenían preferencias en las conferencias de prensa, en las giras del gobernador, alcaldes y en las visitas presidenciales, de algún secretario de estado o cagada grande, y eran por añadidura los que se llevaban el mejor chayote, los de la ARPE éramos los más jodidos, los despreciados, los desairados, recuerdo que Rogelio Félix, el famoso “Rojitas”, siempre decía que éramos los del “tercer mundo”, ¡y vaya que le asistía la razón!, éramos pues los “no alineados”.
Sesionábamos los martes de cada semana, la presidencia se rotaba cada dos meses en una especie de petit comité, recuerdo a Nena Payen, Coco Sotelo, Armida Caloca, María Eglay Duarte, Vicky Rubio, Felipe Ojeda, Miguel Rubio, Mario Álvarez, Rogelio Félix, Máximo Rubio, Chuy Montaño, Paúl Sherman, “Che” Navarro, Eutimio Pinzón, Nicho Lara, Bernardo Maldonado, Ricardo Aja, Hugo Lara, entre otros. Un día me habló Mario Rivero Watanabe, a la sazón presidente de la ARPE, para pedirme que encabezara la sesión de la siguiente semana, él no estaría, me dio una grabadora con un cassette instruyéndome para que la prendiera en la sesión, era todo lo que yo haría; novel y novato, aún sin pagar el noviciado, acaté la orden al pie de la letra, llego el día de la sesión, siempre sesionábamos en algún restaurante, me presenté ante los integrantes de la asociación y le dije que presidiría la sesión, que Mario no estaba, que me había dado tal instrucción, puse la grabadora en el centro de la larga mesa en la que sesionábamos y desayunábamos y la prendí, comenzó hablar Rivero Watanabe echándole peste y media al “Chiras” Sotelo, jefe de prensa del gobernador Alberto Alvarado, que el “Chiras” era un cabrón culero, qué el “chiras” pa’ acá y pa’ allá, la Coco Sotelo echaba espuma por la boca de encabronada, y cómo no, si era tía del “Chiras” Sotelo, a partir de allí se calentó el ambiente e hizo crisis cuando el presidente ausente de ARPE empezó a leerles la cartillas a todos, aprovecho que no estaba para decirles sus verdades a los demás; acusó a Felipe Ojeda de arrastrado con el “Chiras”, a la Coco Sotelo de “chayotera”, a Rogelio Félix que no pagaba las cuotas, a Armida Caloca por ser amiga de Lucrecia Corral, la esposa del “Chiras”, a Bernardo Maldonado de intrigoso, en fin, se le fue a la yugular a todos, imagínense cómo estaría en medio de aquel enrarecido y ríspido escenario, fue en esa sesión donde pague mi noviciado, un día antes Mario Rivero Watanabe me había entregado la grabadora y el cassette sin saber que decía, me enteré hasta que la prendí en la sesión, ese día de no ser porque agarré la grabadora después que terminó la sesión, Felipe Ojeda la hubiese echo tiras allí mismo, me jaloneaba para que se la entregará pero no se la entregue, la grabadora no era mía, era de Mario Rivero Watanabe.
Meses después, ya en 1983, fui electo presidente de la ARPE, primer presidente electo por un año, protesté no en petit comité como se hacía antes, sino ante la presencia del gobernador del estado, los presidentes del tribunal superior de justicia del estado, de la gran comisión del congreso del estado y de los alcaldes en ese entonces de Los Cabos, La Paz, Comondú y Mulegé, Loreto todavía no se creaba como municipio; promovimos la construcción del monumento a la libertad de expresión que se cristalizó años después, servicios médicos para los periodistas, socializábamos con todos los alcaldes haciendo giras a los municipios, acreditando y dando a conocer lo que era la ARPE, hoy en retrospectiva reconozco que lo hicimos por mera intuición política sin ningún plan o programa de por medio. Eran mis tiempos, en los inicios de este oficio que a lo largo de 45 años me ha dado tanto del que me siento profundamente orgulloso de haber contribuido a escribir una página más en la historia de mi estado, jugando siempre en las ligas menores. Vaya mi reconocimiento permanente a mis colegas, a todos, a los que se nos adelantaron y mi gratitud por siempre. ¡Viva BCS! ¡Viva BCS! ¡Viva BCS!. ¡Qué tal!.
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