¡Aquellos días!
“Campeada”
Cuando conocí al “Prieto” Sosa y comencé a visitarlo en el “Aguajito de Moreno” me platico varias anécdotas de él y de algunos conocidos. La que hoy les comparto es una de ellas, no la había publicado porque tengo mis reservas sobre su autenticidad, conozco al “Prieto” y sé que seguido se avienta su dos de bastos.
Recién había comenzado a trabajar de ranchero en el “Aguajito de Moreno con el “Polla” Abaroa, en ese tiempo el “Polla” tenía mucho ganado, no como ahora que el “Prieto” tiene más ganado que el “Polla”, se había ido solo a probar suerte, él se arreglaba con lo del rancho y se asistía, estaba fuerte en ese entonces; “campeaba”, ordeñaba, herraba, señalaba ganado, hacía queso, hacía carbón, lavaba su rompa y preparaba su comida (por cierto tiene muy buen sazón sobre todo para guisar fríjol y preparar bistec ranchero), cuando le “alcanzaba” el tiempo agarraba monte a buscar un “hijuelachingada” (venado), un día comenzaron a parir las vacas, entre ellas una vaca barcina muy “jijadelachingada”, tenía varios partos pero ni así bajaba a amamantar su cría o a tomar, se pasaba días alzada en el monte y tenía que ir el “Prieto” por ella para que amamantará su cría, el “Prieto” tenía y tiene la costumbre de ponerle sobrenombres y apodos a las vacas con las que platica en esas soledades; sobrenombres y apodos como la “tuerta”, “la puta”, “la alcahueta”, “La cara blanca”, “la barcina”, “La coqueta”, “la bonita”, “la mancornadora”, “La suiza”, “la culera”, “mi chula” etc., no obstante que la vaca era de color barcino le tenía el apodo de “La puta”, era una vaca de buena alzada, muy buena para la leche, no era mesteña pero si muy maldita, respingona, recién había parido dejando de dos días la cría y tenía días que no bajaba ni a tomar agua, siempre había sido así, el “Prieto” se las ideaba para amamantar la cría dejándola que mamará de otras vacas, así que un día decidió irla a buscar para amarrarla con la cría en el corral; muy temprano preparó mecates, un bote con agua y su inseparable cuchillo fajado en el cinto, como conocía muy bien los “sesteaderos”, donde come el ganado y queda agua retenida en las pozas de las tepetates comenzó a recorrer ancones, cañadas, lomeríos y zonas de pastizales buscando a la “puta” y nada, veía ganado pero no la vaca que andaba buscando, al pasar por un ancón vio mucha “trilla” de “lion” (puma) y “juellas” fresquecitas, ni se inmutó, él iba por la vaca y se la traería a como diera lugar, ese día camino y camino sin darse cuenta ni calcular su regreso al rancho, no llevaba foco de mano solo fósforos, cuando se dio cuenta, ya se regresó justo en medio del ancón donde había visto mucha “trilla” de lion, cameló que no le alcanzaría el tiempo para llegar al rancho, todavía con luz se dio a la tarea de juntar leña para hacer una “lumbrada” en la noche y cortar brazos espinosos de vinorama con las que hizo un circulo al estilo de la tribu másai de África para protegerse en la noche, se metió en el improvisado circulo de brazos de vinorama donde hizo la “lumbrada” y allí se quedó a pasar la noche durmiendo a ras de la tierra teniendo como almohada un brazo seco de cardón; en la mañana esperó que aclarara para agarrar camino, andaba a pie, cuando revisó los alrededores donde había hecho el circulo con brazos de vinorama para dormir se dio cuenta que toda la noche estuvieron acechándolo no uno sino dos “liones” adultos, probablemente la pareja, hembra y macho, dejando mucha “trilla” y “juela” en los alrededores, los animales no lo atacaron por los brazos espinosos de las vinoramas y por la fogata que estuvo prendida toda la noche, ese día agarró la vereda para el rancho a ordeñar y darle agua al ganado, otro día iría a buscar la vaca.
Al tercer día corrió con suerte cuando fue por la vaca, la encontró cerca del rancho y de allí mismo la cabestreo hasta los corrales donde la amarro con la cría, la tuvo varios días amarrada, días que no la ordeñó, dejaba que la cría la mamara pero la tuvo que soltar, le estaba saliendo cara estar dándole alfalfa, ya que la soltó la vaca volvió alzarse en el monte y bajo a los cinco o seis, mientras a la cría, ya más repuesta, se la echabas a otras vacas para que amamantara, la vaca nunca escarmentó, tuvo varios partos más que un día la vendieron por lo mismo, batallaban mucho con ella. ¡Qué tal!
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