Los cuatro “liones” (pumas).
En honor de Cristian Amador, el cumpleañero.
Hace un mes, más o menos, estuve “parajeado” en el rancho El Muro, ahí coincidí con Christian Amador, un chavo veinteañero que ayuda a sus papás en el trajinar del rancho, a él le tocar bajar las chivas (arrrear) cuando éstas se quedan el monte, le pregunte; “no te ha tocado ver venados, coyotes, gatos, zorras, “liones” cuando vas por las chivas”, y me contestó, “hace poco vi cuatro (liones) juntos, nunca me había tocado ver”, me narró su experiencia y le pedí que la redactara tal cual, sin moverle ni siquiera puntos o comas para publicarla con el fin de que de voz del protagonista nos compartiera su relato y que este conservara su autenticidad. He aquí lo que me escribió de su puño y letra.
No recuerdo exactamente el mes pero debe haber sido cómo mayo o junio hacía mucho calor y ya estábamos manteniendo el ganado.
Cómo todos los años al llegar la temporada seca dejamos las chivas al garete que se vayan, ya no las traemos para que busquen más que comer.
Yo me acuerdo que eran como las 9 de la mañana cuando camele un aurero muy grande arriba del cerro del dátil fui por los binoculares y se miraba como se sentaban en los Cardones, ya me imaginaba yo, que algún animal había matado alguna chiva esa noche, llene una botella con agua, agarre mi rifle me lleve mis perros y a pie camine como 2 o 3 kilómetros, subí al cerro del datil por la subida mala, al subir me fui derecho hasta donde estaban las auras, y ya mire que había dos chivas muertas, no eran mías eran de mi tío, a una se le podía ver cómo le habían comido todo el pecho aún estaban frescas las habían matado en la noche, me dispuse a revisar los bancos y respaldos del cerro pero no encontré nada ni si quiera huella así que subí otra vez al cerro a cortar huella a los portezuelos dónde hubiera tierra más fina pero tampoco pude ver nada.
Después de un rato de buscar mire muy pegado a los carcajes una huella al parecer de lion no parecía muy grande por lo que pensé que podía ser una liona, tras seguir la huella bajo a un rincón grande muy montoso me baje con los perro y lo recorrí de punta a punta pensando espantarlo para que los perros lo encaramaran a algún palo o Cardon pa chingarlo pero no lo pude allar ni si quiera huella, ya andaba cansado y sin agua los perros hicieron por bajar derecho al fondo del rincón cuando de repente de una falda del rincón muy peñascoso se escuchó un ruido de un animal que iba quebrando palos iba muy apurado, corri a buscar mejor vista y mire que como a unos 70 metros iba el lion corriendo a subirse para el cerro se miraba muy amarillo, y le tire unos tiros pero camele que más abajo estaba otro ese estaba parado detrás de una punta de cantil se le podía ver de la panza a la cabeza, deje el primero y le empeze a tirar a ese que estaba parado como a los tres plomazos se hizo arco y salió corriendo derecho a unos sanjones que tenía el rincón abajo, al llegar a los sanjones se aventó de un brinco pude ver cómo se dió una vuelta en el aire para después perderse por el cantil no muy alto pero si tenía como unos 10 metros, al caer se escuchó el ruido dónde cayó el tepetate yo pensé que le había dado un tiro, lo deje para ponerle más tiros al rifle pero en eso mire dos más se miraban más chicos y de color un poco más oscuros, salieron en dirección a donde estaba les empecé a tirar entonces camele que le di a uno, se metieron debajo de un respaldo, y empeze a caminar para acercarme y poderle tirarle más cerca pero empezaron a treparse el cantil ya no les pude tirar más y al ir a ver dónde habían estado uno dejo bastante sangre no pude saber dónde le pegue. Baje a ver el que se aventó el cantil pensando a qué ahí estaba muerto, pero me sorprendí al ver que no había nada ni sangre ni nada, solo dejo una pelusera dónde cayó, ya no le pude agarrar huella había muchas piedras.
Subí hasta arriba del cerro otra vez pero al no poder ver huella decidí volver a la casa era ya tarde y hacia hambre.
Nunca había visto un lion y esa vez mire cuatro juntos creo yo que era una pareja y dos crías.
PD.- Anécdota escrita por Cristian Amador, protagonista de la historia.