por Víctor Octavio García
Mis andanzas
¡Otra más del viiitor!!!!
Hoy les compartiré mi última experiencia de mis andanzas y con ello el carácter que ha moldeado mi forma de ser, no sé sí para bien o para mal. Toda mi vida he sido intrépido, arrojado, jamás titubeo para tomar decisiones, feliz o desgraciado. Mi abuela me decía que me gustaba la “mala vida” y en parte le asistía la razón, prefiero sufrir, batallar, pasar hambre, sed y agotamiento en mis frecuentes salidas al monte a la comodidad del hogar. En mi último viaje por la zona serrana del norte de La Paz sufrí contratiempos de regreso a esta ciudad, la blazer se amachó y no quiso jalar, consulte un par de mecánicos, entre ellos a mi amigo y mecánico Yayo Geraldo, quienes coincidieron, después de detallarles las fallas del carro, que era la bomba y el filtro de la gasolina. Pensaba ir por el viernes pasado por él pero adelante el viaje un día antes (jueves de la semana pasada), el viernes llegaba Christian de Guadalajara y quería estar en mi casa para recibirlo, le pedí prestado el pick up (andariego) a Francisco pero tuve que arreglarle el motor de arranque, tenía meses que no lo movía, en esa misma semana había ido por mí a Toris cuando me quedo tirada la blazer y tuvo que pagar grúa para traerse el pick up donde quedo en la carretera, consiguió otro carro y fue por mí junto con Luis, su hermano, encontrándome en la brecha, ya casi a la salida del 128, donde cambié de caballo (carro) que me había dado un rayte a Las Pocitas, iba de un día para otro y tuve que quedarme dos días, no llevaba mis medicamentos ni la insulina porque pensaba regresarme otro día en la tarde, obviamente mi familia me pegó una fuerte regañada, con demasiada y justificada razón, a sabiendas que diario tengo que tomar una docena de pastillas y dos inyecciones de insulina, tras monitorearme tres o cuatro veces al día la presión y la glucosa, tengo problemas para mantenerlas equilibradas, de ahí la urgencia que me regresara. Al encontrarme en la brecha me tomaron la presión y la glucosa y salí bien pese a que no había tomado los medicamentos ni inyectado la insulina.
Normalmente viajó solo, siempre lo he hecho, y eso no le gusta a mi familia porque son viajes largos, lugares muy remotos, malas brechas y ya no estoy para esos “trotes”, mi estado de salud está muy deteriorado, tienen razón en regañarme, no me aparto de ello, pero soy terco y creo tener la resistencia y fuerza de hace veinte años y no es así, peor aun cuando les hecho mentiras y les digo que me acompaña X o Z persona. Programe ir por la blazer el jueves pasado, invite al Yayo Geraldo (mecánico) para que fuera conmigo, compre la bomba y el filtro de la gasolina y salimos temprano ese mismo día (jueves), el pick up jalaba bien, normal, pese a ser carro viejo, modelo 1992, pasando el kilómetro 80 de la carretera La Paz al valle de Santo Domingo comenzó a fallar, nos hicimos a lado de la carretera donde el Yayo le puso el filtro de la gasolina que llevaba para la blazer, jaló un par de kilómetros sin fallar hasta que de nuevo comenzó fallar, tocía y se apagaba el motor, me dice el Yayo que es la bomba de la gasolina, nos hicimos a un lado de lado de la carretera en el kilómetro 96 donde le bajó el tanque de la gasolina para ponerle la bomba de la gasolina que llevaba para la blazer, por fortuna le quedo después de un par de horas, las piezas son casi del mismo año, el pick up 1992 y la blazer 1995, carros viejos, para mí no es novedad, toda mi vida he batallado con carros viejos, la diferencia es que hoy, a mis 68 años, ya no estoy para esos “trotes”. Como pensábamos ese mismo día en la tarde, el Yayo preparó de “lonche”; un panguigui de burritos de frijol con queso y burritos de machaca para “taquear” en la brecha y no perder tiempo en el camino, no lleve mis medicamentos confiado que regresaríamos esa misma tarde, ir a Toris desde La Paz son tres horas y media de camino, malo el camino, las últimas lluvias lo dejaron casi intransitable, la lluvia arrastró el revestimiento dejando las piedras al descubierto, amén de las cañadas que hizo el agua. Hablé por teléfono de donde quedamos tirados en el km 96 y me dicen que en Las Pocitas hay una refaccionaria, que ahí encontraré la bomba y el filtro de la gasolina, le digo al Yayo que si no encontramos la Bomba y el filtro de la gasolina en Las Pocitas nos regresaríamos a La Paz para reprogramar otro viaje, imagínense nomás!. Por fortuna encontramos las dos piezas, las compró y a darle para Toris, más de dos horas de brecha, mala brecha, se nos hace tarde llegando a Toris pasadas las cinco de la tarde, para esto yo había hablado que ”jueran” bajándole el tanque de la gasolina a la blazer, tal como paso. Esa tarde no alcanzo el tiempo para arreglar la blazer, así que tuvimos que quedarnos esa noche en la casa de mi amigo Martín Gallo para otro día, en mi casa me exigían que regresara porque no había tomado mis medicamentos, que dejara ahí la blazer, otro día el Yayo le puso la bomba y el filtro de la gasolina a la blazer y no falló, yo ni siquiera desayuné pensado venir a comer unos burritos de frijol con queso en el kilómetro 98 porque no puedo ni debo comer carne por prescripción médica, saliendo de El Muro, a escaso dos kilómetros de nuevo comenzó a fallar la blazer, lo revisó el Yayo un par de minutos donde le quito el coile y la pastilla del distribuidor, que eran lo que podía ser los causantes de la falla, ya le había puesto la bomba y el filtro de la gasolina nuevos, ahí mismo decidimos ir a buscar las refacciones a La Pocitas, dos horas de ida y dos horas de regreso, para esto le hablé a Francisco para que me depositara en el Oxxo de Las Pocitas, no traía dinero, me depositó, hice el retiro y compre las piezas y regresar de nuevo por la blazer, otra regañada de mi familia, Francisco pidió prestado un pick up y va por nosotros, lo acompañó Christian recién llegado de Guadalajara, antes de llegar Las Pocitas quedo el “Andariego” sin gasolina, más o menos seis kilómetros de la gasolinera, así que fui a traer gasolina quedándose el Yayo en la carretera en el pick up, me encontré con Francisco y el Christian en La Pocitas, Francisco de ahí mismo regreso a La Paz porque tenía un compromiso esa noche, mientras Christian se fue conmigo, ahí en Las Pocitas me tomaron la presión y monitorearon la glucosa, pese a que no había tomado los medicamentos salí bien, lo que no me exento de una frutal regañada de Christian y Francisco que todavía me duele, me dieron los medicamentos, Christian se trajo el pick up después de recargar gasolina, el Yayo se vino conmigo en la blazer porque en la noche lo encandilan las luces de los carros cuando maneja, por fin llegamos a La Paz pasadas las once de la noche, no comí porque todos los restaurantes que hay en la carretera para esa hora estaban cerrados, de por si cierran a las seis de la tarde. ¡Qué tal!, otras más del viiiiitor!!!!.
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