Por Víctor Octavio García
Aquellos días
* Chabela Monge y los plátanos
A finales de los años 50’s y principios de los 60’s, recién iniciaba operaciones hotel Punta Palmilla en San José del Cabo, en medio de fuertes dificultades; Ramona “Moncha” Miranda que había sido fundadora a finales de los años 40’s del hotel Rancho Las Cruces, le encomendaron la honrosa tarea de dirigir el nuevo hotel de todo a todo; era gerente, jefa de personal, cocinera, recamarera, mesera, jefa de mantenimiento, jefa de jardinería, jefa de una flotilla de lanchas de pesca deportiva, jefa de compras, era todo. El hotel contaba con su propio pozo de agua dulce para su uso y explotación exclusiva y un par de plantas estacionarias perking de diésel para abastecer el hotel de energía eléctrica, en ese tiempo y durante muchos años después fue la principal empleadora en Los Cabos, una mujer con mucho poder e influencias en el sur.
Le tocó formar las primeras plantillas de trabajadores contratadas en la zona, desde San José del Cabo, San José Viejo, Las Animas Altas, Caduaño, Miraflores, El Ranchito, Agua Caliente hasta San Jorge y Las Cuevas etc.; meseras, lavadoras, planchadoras, jardineros, choferes, mecánicos, recamareras, cantineros, lancheros, afanadoras etc., la hotelería apenas daba inicio en Los Cabos con el primer hotel propiamente dicho en Punta Palmilla, en ese tiempo no había carretera solo brecha de carro en malas condiciones, lo más cerca que quedaba del hotel era San José del Cabo distante media hora que seguido frecuentaba la mera mera del hotel en busca de verduras y frutas frescas, leña y otros productos que requerían en el hotel que no eran surtidos por los vuelos charter desde los Estados Unidos, de Estados Unidos se surtían las carnes, embutidos, jugos, whiskys, frutas, cervezas, verduras, cremas, pan, condimentos etc. Cuando organizaban “noches mexicanas” donde se servían exclusivamente platillos locales, había que buscar la carne y costillas de puerco para hacer los tamales, hojas de plátano, camotes, papas, sopa fresca, chorizo, chiles colorados, manteca, menudos de res, cabezas de res, pescados y mariscos.
La “Moncha” siempre andaba en un Jeep de los años 50’ (como el de la foto) que ella manejaba, acompañada siempre de tres o cuatro trabajadoras del hotel, frecuentaban bailes durante las fiestas patronales de alguna comunidad de la zona, velorios, misas, enfermos, ranchos, bodas bautizos etc., siempre era invitada especial, era el centro de atención donde llegara y cómo no, si era el personaje más importante, de más poder e influencias en San José del Cabos y los alrededores, se codeaba con los Arámburo, los Green, los González Canseco, los Castro, los Montaño y aquí en La Paz con los Ruffo, los Talamantes, los Cota, los Aréchiga cuyos comercios también abastecían el hotel.
En ese tiempo entro en coma Chabela Monge, una centenaria señora de Caduaño que duró varios días que se moría y no se moría, la “Moncha” la visitaba dos o tres veces por semana ya que salía de trabajar del hotel, invitaba a dos o tres trabajadoras y agarraban la brecha para Caduaño regresando de nuevo al hotel en la madrugada, en ese tiempo había mucha necesidad así que se las ideaba para llevarles café, pan, frutas y comida que quedaba en el hotel, en lo personal siempre le admirado su gran corazón, servicial, empática y presta siempre ayudar al más necesitado, una gran mujer que numerosas familias cabeñas, incluyendo la mía, tenemos una fuerte deuda con ella, faceta poco conocida, la conocemos y presumimos quienes la hemos tratado y conocido de toda la vida.
En una de sus visitas a Chabela Monge le pidió plátanos, un deseo insatisfecho de la viejita furibunda, imagínese para conseguir plátanos en aquel entonces. Otro día se dio a la tarea de buscar en las huertas de San José, casi las recorrió todas las huertas hasta que llegó a la huerta del Beto Fisher donde encontró, como era una mujer muy conocida, querida y respetada, no le fue difícil convencer al Beto Fisher que le vendiera un racimo que lo tenía madurando en la huerta tapado con hojas secas, no se lo vendió, se lo regaló, ahí descanso después de varias horas de recorrer huertas y huertas en San José del Cabo sin encontrar los buscados plátanos. Esa misma noche después que salió de trabajar hizo viaje para Caduaño a visitar a Chabela Monge con los plátanos que le había pedido, al llegar con la viejita y saludarla le dijo “Chabela aquí te traigo los plátanos que me pediste”, se le iluminó la cara la viejita y pidió que le dieran uno, le dieron uno, le quito la cáscara y se comió la cáscara dejando el platano para comérselo otro día, esa noche como de costumbre la “Moncha” regresó en su jeep al hotel y acompañantes satisfecha de haberle cumplido el último deseo a Chabela Monge, otro día muy temprano le avisaron que había muerto la viejita y que el plátano nunca se lo comió, se comió sí pero la cáscara. ¡Qué tal!.
Para cualquier comentario, duda o aclaración, diríjase a [email protected]