* Abigeato
El problema del abigeato es un problema añejo, de siempre, revive cuando las autoridades prestan oídos sordos a las denuncias y se relaja la vigilancia se recurdece. Allá en mi tierra (Caduaño), en la época del Gral. Agustín Olachea, como gobernador del territorio, Manuel González Márquez “Panza de león”, un viejo revolucionario que peleó al lado del Gral. Félix Ortega contra el temible Cabo Fierro, tenía prohibido remontarse en la sierra de donde era, bajo la sospecha de que robaba ganado, cierta o no la versión, pasó muchos años sin ir a la sierra donde vivían sus familiares, de manera que no es un problema nuevo, es y ha sido de siempre, con la variante de que hay épocas, como la que estamos viviendo que se recrudece por falta de atención.
La semana pasada Ricardo Barroso, y eso que no es un ranchero cualquiera, denunció que traía perdido un toro, uno más entre 23 becerros y 11 vacas que nomás no encuentran. Conozco el problema que de años enfrenta la familia Arnaut en el rancho El Salto, al pie de la sierra de Santa Gertrudis, problema que va de la mano con el robo de cercos, alambres de púas, postes y lo que encuentren a su paso los cuatreros. Se ha denunciado el problema pero éste sigue, verbigracia como sí se tratara de una maldición bíblica.
Hace 32 o 33 años, en unas de mis salidas al monte, sorprendí a unos cuatreros robando ganado, era un día inhábil, me perdí, tomé la brecha del 35 hasta llegar al rancho de Los Inocentes, en el pacifico, para regresar horas más tarde por la brecha que sale en San Pedro que cruza varios ranchos, me gusta mucho caminar esta brecha porque siempre “botan” venados; liebres, conejos, palomas y chacuacas no se diga, me acompañaba mi viejo riflito, un .22 Remington automático de 10 tiros; cuando me gustaba alguna brecha escasamente transitada me “apeó” del carro para caminarla a pie con el .22 en el hombro, así he conocido muchas zonas en las que años más tarde “parajie”, recuerdo que en esa ocasión de pronto me topé con una brecha que no conocía donde vi la doble rodada de un carro, seguí las rodadas hasta que topé con un palo planco, debajo del palo blanco un tecle colgado en uno de los brazos con un becerro (vivo) a punto de subirlo a la plataforma del carro, un camioncito de redilas, no vi a nadie, seguramente al oír el ruido del carro pegaron la estampida entre el monte dejando un rifle, mecates y machetes en el suelo, cuando vi la escena no dudé que se trataba de “roba vacas” y con la misma me regrese, días después le platique al Cap. Fernando Gastelúm Lara, a la sazón director de la policía judicial del estado, me pidió que cuando viera algo sospechoso le hablara, me dio una credencial de “Inspector de vigilancia honorario”, varios días después me enteré en los periódicos que habían aprehendido un par de cuatreros en esa zona.
A excepción de esa ocasión no he visto nada, salvo cueros y esqueletos en el monte de ganado muerto, como no soy forense no puedo decir que sea producto del abigeato, también puede tratarse de animales que mueren por alguna enfermedad, hambre o sed, de ahí que me abstengo de juzgar o especular sobre estos casos que han sido varios. Volviendo al serio y sentido problema de abigeato que sufren los rancheros asentados al pie de la sierra de Santa Gertrudis, que son varios ranchos, unos más que otros, existe la fundada sospecha que las numerosas fondas y restaurantes asentados a orillas de la carretera que expenden machaca, bistec, carne asada etc., compran la carne a muy bajo precio y son los que indirectamente sostienen y alientan este tipo de actividades indebidas, repito es una sospecha que comparten los mismos rancheros, a la autoridades les corresponde investigar a fondo este serio problema, problema que se vive en todo el estado, en unas zonas más que en otras, ante la falta de atención de las autoridades y se relaja la vigilancia. Ojalá que las autoridades presten oídos a este sentido problema, ojalá. ¡Échense ese trompo a la uña!
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