Por Víctor Octavio García
Mis tiempos
* Queso de leche de ardilla
A mis amigos cazadores que coincidimos infinidad de veces en los “parajes” de Raúl Olachea Lucero; Alberto Benseman, Chilpa, Yayo Geraldo, Juan Chuy Ortiz, Armenta, Raúl Pedrín, Roberto Vaca, Julio, Nayo, saludos afectuosos.
El Jano Amador y el “Gallo” Savín ¡Buenos Pollos! vacilaban mucho a Raúl Olachea Lucero, un día me comentaron que estaba haciendo muy buen queso (corazones) de leche de ardilla en EL Pedregoso, encárgale uno me dijeron, solté la carcajada. Durante muchos años cultivé una sólida amistad con Raúl Olachea Lucero y su familia, amistad de respeto recíproco, rara vez lo vacilada, bromas menos, siempre me invitaba cuando salía a “parajear”, tenía tres “parajes” que los frecuentaba en época de caza; la “Tinaja de la Vaca” donde no había nada, ubicado sobre las faldas de una loma donde nace un arroyo, “El Quemado” que existe una casa vieja de la época del Gral. Rafael Pedrajo, tampoco tenía ganado ni nada de nada, salvo unos ciruelos colorados y amarillos y un par de naranjos y “El Pedregoso”, un solitario “paraje” por la zona de “Las patas de gallo”, tampoco había nada, excepto un corredor de material con piso firme, cocina y un baño con sanitario y regadera, salvo en “EL Quemado” había agua, en los demás no, había que llevarla, los tres “parajes” los disfrute en un ambiente de camarería, buena comida y en ocasiones buena caza. Como no tenía ganado ni bestias la palomilla le sacó la vacilada que en “EL Pedregoso” hacía queso de ardilla, que todos los días el “Chilpa”, un amigo de Raúl Olachea Jr y siete ordeñadores más se levantaban a las 5 de la mañana a ordeñar, valga la redundancia, ¡Dos Millones de ardillas! que le permitían cuajar un “corazoncito” de queso de kilo o kilo y medio todos los días.
No le comenté nada a Raúl Olachea y un día publique la anécdota como si fuese un hecho real, Raúl era uno de mis lectores más fieles, qué esperanzas que se le pasará un día sin leer diario “El Peninsular”, a la anécdota le eche todos los kilos (ganas) para que adquiriera credibilidad y visos de realidad, así que la redacte a conciencia pensando también en quedar bien con mi amigo Raúl Olachea. Obviamente la publicación tuvo un efecto contrario a mis propósitos que sirvió para que le hicieran más bulla a Raúl Olachea, imagínense en manos de la palomilla brava del café de ancá Lupita en el mercado Bravo, a partir de ese día y durante varias semanas lo perdí del radar, le hable un par de veces y no me contesto el teléfono, ahí me dio mala espina y fue cuando me cayó el “veinte” que se había encabronado conmigo, lo que a la postre resultó ser cierto. Salvo esa inocente vacilada que le jugué alentado por el “Jano” Amador y el “Gallo” Savín, nunca más lo vacile, le tenía mucho respeto, era un tipazo que llegue a apreciarlo, siempre me lleve muy bien con él. ¡Échense ese trompo a la uña!.
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