Por Víctor Octavio García
Mis tiempos
* Mis preocupaciones
Tras los largos y tediosos días que llevo convaleciendo, y en la medida que llega el interminable otoño y mi salud se torna precaria, mis deseos de pasar mis últimos días lejos de todo y de todos se vuelve impostergable, una obsesión radical, un sueño que flota en un espacio sin gravedad; el no hacer nada me preocupa y el hacer poco menos que nada me estresa: Allá donde quiero estar al menos me aplicare en dos temas existencialistas que no he resuelto ni desentrañado en todos estos años; ¿el por qué ladran los perros en los ranchos?, y dar con la identidad de esas mentes talentosas y privilegiadas que descubrieron el maridaje perfecto que hace un plato de fríjol con arroz.
Hoy que he tenido tiempo para mí filosofó en voz alta como un niño malcriado, admito que en el mundo pagano aún me quedan cosas por hacer como cabestrear una bestia, componerle una canción a mi estado y sentarme a escribir parte de la historia de BCS de la que he sido un mudo y silencioso testigo, temas para un descamisado que quiere irse en paz consigo mismo y con los demás.
Y en ese sueño que me sigue perturbando con desmesurada crueldad veo un mañana nebuloso, días sin sol y noches eternas que potencializan mis sueños con la premura de que el tiempo ya llegó, ya está aquí. El tiempo es implacable e inexorable. Hace tiempo había tomado la decisión de darle una vuelta más a la página y dejar de escribir relatos y anécdotas y dedicarme a rumiar mis desgracias, sentí que la decisión no era la más deseada ni la más oportuna; los tres o cuatro lectores que conservo es por los relatos y anécdotas, luego entonces a quien y para quién escribo?.
Lamento que mis fuerzas hayan disminuido y no pueda hacer gran cosa por mi estado que vive en un letargo donde nunca pasa nada….y cuando pasa no pasa nada. BCS necesita salir del estado de en que hemos caído, trabajar un nuevo trato donde todos podamos convivir sin fobias partidistas ni ideológicas que solo nos crispan, dividen y nos vuelven vulnerables frente a un mundo globalizado que premia la excelencia y castiga la mediocridad.
Veo con profunda tristeza como van desapareciendo los ranchos y con ello nuestra identidad y pertenencia, la gran familia sudcaliforniana que constituimos con sacrificios y buenaventuras amenazada por un arribismo ramplón sin amor ni compromiso con esta tierra, ojalá y no sea demasiado tarde para revertir o al menos frenar esta ola destructora, ojalá. En los últimos días he leído con mucha pena algunas notas “periodísticas” cuestionando con crueldad y sin piedad la figura de don Pablo L. Martínez, nuestro máximo exponente de la historia regional, son los mismos filibusteros que engendró William Walker, fallido impulsor de la hermana república de Sonora que no cesan, ni cesarán, en querer ver pulverizada la tierra de la Cálida Fornax. Lo grave y penoso es que nadie dice nada, los añosos historiadores locales de la vieja escuela “copia y pega” guardan silencio, ni una palabra frente a tan ignominiosa e imperdonable afrenta.
Ojalá me quede tiempo para hacerle frente a estos desnaturalizados que en aras de cobrar notoriedad y protagonismo manosean sin pudor nuestra historia, tergiversan, distorsionan, alteran y cuestionan sin rigor científico y sin marco teórico nuestro pasado. ¡Linda cosa!.
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