Por Víctor Octavio García
Mis tiempos
* En los talayotes
Hace 8 o 9 años por última vez comí talayotes, ese año había sido de buenas lluvias, en ese tiempo aún visitaba a Firmato Cota en el “Cantil de Abajo”, recuerdo que fue en los primeros días de agosto, en julio habían caído tres buenos aguaceros, para esto unos días antes me había hablado Firmato para que le llevara unas medicinas para su señora (Lupita), medicina (insulina) que tenía que llevársela enhielada, le dije el viernes en la tarde allá te “caigo”.
Me prepare y el viernes después de comer agarre brecha, día caluroso, una que otra nube sobre la cordillera de los “filos” (35), iba solo como de costumbre, Manuel “Meño” González que en ocasiones me acompañaba tenía como 15 años que había muerto, tres horas de camino, esa tarde llegué al “Cantil de Abajo” oscureciendo, baje las medicinas que llevaba en una hielera y una pequeña despensa, doña Lupita se puso hacer café y preparar algo para la cena; una michas (tortillas de harina tipo gorditas amasadas con panocha), frijoles fritos con queso y café, el “Arepa” acaba de llegar de la campeada, se veía cansado y con sueño, no le hice mucha platica, a las nueve de la noche destendí un catre en el corredor y a “mimir”.
Otro día después de tomar café agarré un varejón seco y grueso de palo de arco, le dije que Firmato que iría para los “Columpios” a ver si veía talayotes, hay muchos y empiezan las verdolagas también me dijo, los “Columpios” quedan tres kilómetros antes de llegar al rancho, es un ancón muy enmontado de palos blancos, torotes, ciruelos del monte, lomboyes, uñas de gato, mezquites, algondocillos, barbas de gallo, pimientilla y mátacoras, se forma un manchón verde sobre el ancón cuando mucho de trescientos metros a la redonda con pequeñas cañadas que forman las “columpios” sobre la brecha del carro, el suelo es arcilloso por la corridas del agua, sin embargo en los rebalses de las hondonadas es donde crecen las verdolagas y las enredaderas de los talayotes, como conozco bien el terreno directo me fui a la zona de los rebalses que además es menos arcillosa (arenosa) y se ve que tiene limo, me ha tocado ver el quelite que crece casi un metro de alto cuando llueve bien.
Había llevado una bolsa de yute donde lleva el “lonche” Firmato cuando sale a “campear” precisamente para traer los talayotes, en un rato llené la bolsa de talayotes en su punto, tiernos y jugosos, y de paso me puse a cortar verdolagas, de las más espigadas, tiernitas también, así que en menor de una hora regrese al rancho a ver si ya estaba el desayuno, los tres kilómetros que camine los disfrute respirando aire fresco mezclado con olores de san migueles y tierra mojada, al llegar al rancho lavé las verdolagas y le dije a doña “Lupita” que si quería prepararlas que las hiciera, me pregunto cómo hacía los talayotes y le conteste que como ella quisiera; asados, cocidos, en chile colorado etc. Recuerdo que las verdolagas las preparó con granos de fríjol sancochado con chile colorado y arroz blanco, los talayotes, unos los asó y otros los cocinó con chile colorado como los ejotes de fríjol, así que ese día fue de comer verdolagas y talayotes.
El festín fue al tercer día: “Vamos pa’ la huerta a ver que rastrillamos” me dijo Firmato, yo desconocía qué era lo que tramaba doña “Lupíta” y él, el “Arepa” andaba regando la huerta, tenían sembrado frijol de urimón, calabazas de casco duro y camotes, varios surcos con chiles verdes, chiles serranos, repollos, tomates salades, cebollas, ajos, cilantro y lechugas romanas. Firmato cortó tres cebollas grandes de verdeo, unas cabezas de ajo, varios tomates y chiles verdes. El “Arepa” andaba en la huertas, se lleva una hora regando la poquita siembra que tenían y los árboles frutales que hay sobre la acequia (sequía decimos nosotros) con un potente motor Perkin de cuatro cilindros que tienen instalado en el brocal de un “batequi” sobre la orilla del arroyo, la verdura que cortó Firmato era para una machaca de res que prepararon para el almuerzo, muy buena machaca hecha por ellos, asada en las brasas y machucada en piedra con fríjoles caldudos, arroz blanco, calabaza guisada con chile verde, queso oreado y tortillas de maíz hechas a mano, una jarra de agua de naranja amarga y de postre dulce de leche (zorrillo), ese día por la tarde que regrese a mi casa doña “Lupita” me preparó varios burritos de machaca, varias michas (tortillas de harina amasadas con panocha) queso, mantequilla de nata de leche, miel de abeja, toronjas, calabazas y verdura, así que no me vine con las manos vacías.
A la vuelta de los años, cuando el “Cantil de Abajo” quedo abandonado como la suerte nque han corrido muchos ranchos, cuando murieron Firmato, doña “Lupita” y el “Arepa”, cuando quedan solo polvos de aquellos lodos me atrapa la nostalgia recordando esos bellos momentos que pase con ellos, aquellos días de dicha y placer, los disfrutes de un descamisado que ha vivido intensamente su tiempo y sus circunstancias haciendo lo que más me gusta agradecido de mis amigos y de mi tierra que me han dado tanto. ¡Qué Tal!
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