¡Aquellos días!
* Elotes por la madrugada
Esta entrega -relato- es uno de mis últimos trabajos de ¡Aquellos días! que publicaré, se cerrará un ciclo y se abrirán otros en este ir y venir de emborronador de planas; estoy absolutamente consciente que debo administrar mejor mis últimos lances a favor de lo que siempre he peleado; mi tierra, les pido su comprensión. Un día me confesó mi papá, “he vivido tanto que quiero vivir más, mucho más”, y es exactamente lo que me pasa a mis 65 años, lo suficiente lo siento insuficiente y lo intrascendente lo veo trascendente, ora sí que cada quien con su historia.
Como de costumbre, al viejo modo, Victor “Vidorria” Manríquez y un servidor agarramos brecha pa’ “Tierra Santa” donde nos tenían invitados a comer caguama y ostiones asados, el propósito a fin de cuentas era pretexto para echarnos unos “alipuces” (tragos), en ese tiempo todavía tomaba -ballenas y tequila-, así que nos “ajuareamos” de alcohol y cigarros, los suficientes para varias horas de farras; llegamos a “Tierra Santa” justo a tiempo, cuando andaban en los preparativos del “animalito” y poner leña para que se “jueran” haciendo las brasas donde asarían los ostiones, el “rejuego” se asemejaba a un día de fiesta en la tribu “Wassay”, Manríquez que era el único que no tomaba se llevó la valenciana (guitarra) para hacerla llorar como Martín Murrieta, comimos como Dios manda agarrando la “peda” a la vera de una frondosa sombra de mata de mango criollo, Manríquez no se daba abasto para complacer las canciones que le pedían, momentos inolvidables, irrepetibles.
Como a eso de las nueve de la noche, ya “zarazones” con la espada clavada, nos dio por salir a “tirar lámpara”, a esa hora agarramos brecha con el 30.06 y varios cartuchos útiles y el estéreo a todo volumen valiéndonos madre el mundo, hacía un frío de poca madre, obviamente no agarramos nada, imagínense con el “ruidajo” que llevábamos que chingados íbamos agarrar, de regreso como a eso de las 4 de la mañana me tocan el capacete del “andariego” y me dicen los que venían en la caja del pick up, “compa Víctor párate, nos venimos chingando de frío, hay que hacer una “lumbrada” donde veas bueno”, en un limpio orillé el carro y nos bajamos, los que venían atrás se venían entiesando, eso sin soltar la cerveza de la mano como si fuesen diamantes en bruto, apoyados con focos de mano juntamos leña seca de choya y brazos de palo colorado y a seguir la “peda”, era en tiempo de frío, de esas noches que “cai” mucho sereno, de momento no reparé sino que en medio del ajetreo de la sabrosa “peda” me di cuenta que enfrente de nosotros había una huerta sembrada de maíz, había muchos elotes, con la misma nos metimos a robar elotes y asarlos haciendo un maridaje perfecto con ballenas y tequila reposado jajajajajaja.
Allí nos amanecimos comiendo elotes asados en la madrugada, Manríquez sin dejar de sacarle notas a la lira (guitarra) disfrutando una noche de farras, “peda” inolvidable, irrepetible, vayan estas líneas para refrendarle mi amistad a mis grandes amigos, a la buena muchachada Toño y Pelón Martínez, “Nicho” Burquéz, Víctor “Vidorria” Manríquez, Juan Vaquero, Pedro Barrera y el “Chapito”, amigos en las verdes y en las maduras, amigos de siempre y para siempre, que Dios los bendiga. ¡Qué tal!.
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