Por Víctor Octavio García
* Evenecer
Cuando lo conocí tendría 8 o 9 años, “fifirichito”, comenzaba ir a la escuela, su mamá adoptiva hacia pan, le ayudaba a vender, prender el horno y acarrear leña, pese a su tierna edad me sorprendía su resistencia no obstante su menuda complexión, después me enteré que una señora de Sinaloa lo había adoptado después de quedar huérfano de padre y madre, era de una familia tarahumara que vivía en “Barrancas del Cobre”, en Chihuahua, desde muy chico se lo trajeron a “San Juan de Arriba” donde pasa temporadas tirando chinchorros y anzuelos.
De poco hablar, cuerudo, eso sí muy risueño y “chambeador”; varias veces fui testigo cuando iba a bajar las chivas de los pronunciados cañones la forma tan rápida y ágil cómo escalaba los enormes cantiles de “San Juan de Arriba”, con el tiempo confirme que podía pasarse días caminando y corriendo sin presentar signos de cansancio o fatiga, dejar de comer en tres o cuatro días ni tomar agua sin que se viera hostigado y sediento, eso sí con una condición física asombrosa, hoy peina los 26 años y sigue casi igual que como lo conocí; “fifiirichito”, serio, risueño, de poco hablar.
Proviene de tarahumaras, de lo profundo de la sierra de Chihuahua donde todos los días se ven obligado hacer acgos de sobrevivencia, la información genética que lleva en su sangre lo prepararon para enfrentar las peores adversidades e inclemencias en un medio agreste y desolado como la intricada sierra de la tarahumara. Ese es Evenecer que comienza a escribir su historia. Ayer coincidí con él “San Juan de Arriba” donde está “parajeado” pescando lizas, bacocos y chopas. El rato que estuve en el “paraje” que fue casi todo el día, Evenecer no paraba, lo mismo remendando un chinchorro, preparaba anzuelos o achicaba la panga del agua que le había entrado por la marejada, el caso que todo el sagrado día se la pasó haciendo “algo”. A la hora de la del “perro” (comida) se hizo el aparecido en las hornillas donde se comió un par de tacos de lisas asadas y ahumadas con leña de mangle.
Va desde esta breve semblanza un saludo a mi amigo Evenecer, que llegó a “San Juan de Arriba” hacer patria como un humilde pescador. ¡Qué tal!
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