Chacuacas
En mayo de hace trece o quince años me dijeron que había muchas chacuacas en los médanos del Cuñaño, liebres y conejos, como conozco muy bien la zona decidir ir, una tarde calurosa subí al “andariego” una pequeña hielera con un garrafón de agua, dos ballenas, una manzana y un par de naranjas en el hielo, un termo de café y le pedí a Rosario que me preparara unos burritos de frijol con queso, Félix Mario Higuera Arce QEPD me tenía prestada una escopeta 12, la subí detrás del asiento del carro y una caja de tiros con ojivas de sal y ¡Fierros! pal Cuñaño, no invite a nadie, me fui solo, quería divagar e incluso cantar -cosa que nunca hago- un par de canciones que siempre tarareo cuando ando solo; “María Bonita” y “Cruz de madera”. ¡Quihúbole!.
En ese entonces no había carretera asfaltada para el ejido 1, así que agarre la brecha de Los Inocentes para entrar por el Rosario por la brecha de la Granada y el Tomate, en el camino tumbé dos liebres que allí mismo les quite el cuero, las enjuague con agua y las eche en el hielo, llegue a buena hora al Cuñaño, directo me dirigí a los médanos y la zona donde hay matorrales de jojoba, había muchas liebres y conejos, comencé a matar liebres y conejos tratando que “jueran” machos, quería tirarle a la chacuacas y si encontraba anidadas -era tiempo de anidación- tratar de “pillar” algunos polluelos, maté las liebres y conejos que nos comeríamos y me dedique a las chacuacas siempre tratando de tirarle a los machos, me interné en un médano tupido de jojoba y mangles y fue allí donde aviste varias chacuacas con sus crías, anduve “correteándolas” un rato pero me fue imposible pillar, alcance a matar cinco chacuacos machos que allí mismo desplumé, los enjuague y al hielo, ya pardeando en un montículo de arena a orilla de la playa baje los burritos y el termo con café y a darle, pase una tarde muy a gusto, haciendo lo que me gusta y disfruto.
De regreso llegue al Rosario con el Mundo Carballo QEPD a tomar café y comprar queso y mantequilla, traía todo el tiempo del mundo, me brindaron café y dos tortillas de harina recién salidas del comal con un pedazo de queso, compré un par de quesos y doña Josefina Villavicencio me regaló un bote de mantequilla, no platique mucho con mi amigo Mundo Carballo porque estaba sordo igual que yo, así que luego agarre la brecha de regreso, en el camino me encontré al “Güero” Búrquez que al toparme me encaro; “oyes, me pregunto, traes rifle”, traigo un escopeta 12, porqué le dije, “me acaba de botar un “hijuelachingada” de 12 puntas poco antes de llegar a la cuesta de los “Bueyes”, está cabrón “güero”, ahorita ya no se ve, solo con lámpara y no traigo ni foco de mano”, le conteste, mira pues me respondió no con mucho ánimo, nos despedimos y cada quien por su lado, caminé la brecha del 35 sin ningún contratiempo y sin ver nada salvo una que otra liebre y conejo.
Ya que llegue a mi casa lavé bien las liebres, conejos y las chacuacas y las deje reposando en salmuera, otro día mi suegra QEPD les daría de quehacer, unas las preparó fritas con ajo y orégano y otras en machaca, con muy buen sazón y para cocinar mi suegra, las chacuacas las guardamos para hacerlas caldo con arroz y papas, tal como ocurrió tres días después, aún vivía mi mamá, le lleve un plato de caldo de chacuacas con arroz y queso, le gustaba mucho, cuando estaba chamaco nos hacía seguido caldo de palomas pitahayeras o ala blanca o fritas con ajo y orégano, una chulada de comida. Todavía de vez en cuando me doy ese gusto en mis salidas a los ranchos, salidas que disfruto mucho.
Hoy, 59 años después reconozco que practique el deporte preferido del Gral. Dwinht Eisonwer; cazar palomas de ala blanca; en tiempo de calor, en la mañana o en la tarde, iba como mi primo Carlos Castro “Peco” QEPD y con hoy mi compadre Martín Rubio Verduzco, “Turte”, nos escondíamos entre los otataves, guamúchiles y palo blancos a orilla de un ojo de agua dulce y a esperar que bajaran las palomas a tomar agua, me acuerdo que usaban “tiradores” -así le llamábamos nosotros, aquí en La Paz les dicen “resorteras”- hechos con una horqueta de palo de arco, hules de cámara de llanta y la fonda de gamuza, era una arma letal para las palomas, en ese tiempo ni se conocían los rifles de balillas, mucho menos los .22., yo tendría seis o siete años, y era quien la recogía, las desplumaba y las lavaba en el ojo de agua, después de una buena jornada de caza juntaba 10 o 12 palomas, se las llevaba a mi mamá, las cocía en agua (sancochaba) y después las freía con orégano y ajo, un verdadero manjar. ¡Qué tal!.
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