Por Víctor Octavio García
Don Cano Pérez y los “liones”
Don Cano Pérez vivió la mayor parte de su vida en Umi, en el mítico Umi, un antiguo asentamiento ceremonial guaycura enclavado en la zona del mismo nombre, conocí a don Cano Pérez hace tres años aquí en La Paz donde vive desde hace tiempo, probablemente peine los 90 años de edad, hombre muy trabajado, de muchos sacrificios que dedicó la mayor parte de su vida a cuidar su rancho ubicado en medio de la nada, lejos de todo y de todos; en tiempos pasados sembraban un pequeño potrero de cuatro hectáreas más o menos de verdura, granos (maíz, frijol, garbanzo, habas) camotes, calabazas, sandías y melones etc., para el autoconsumo así como forraje para el ganado, el pequeño potrero regado con agua que aún traen por medio de mangueras a través de gravedad de la sierra de Umi donde existen 32 aguajes, algunos grandes que surten agua un par de ranchos más que hay en los alrededores como “Las Tinajitas” donde vive un hermano de don Cano y otro llamado el “Potrero” de Francisco Hirales, es una zona muy buena para empastar con varios llanos donde crece el pasto, hay poco ganado de manera que el pasto dura varios meses; en el viejo rancho de Umi donde vivió don Cano hoy vive un hermano de él, de los menores, “Chacho” Pérez, vive solo y su alma, con problemas en una rodilla y medio ciego, las pocas reses y chivas que tiene se las atiende su hermano que vive en “Las Tinajitas”, él ya no puede trabajar, hace unos meses se le quemo su humilde casa quedando sin nada, solo con lo que traía puesto, gracias a Dios y a mis amigos tuve la oportunidad de prestarle ayuda, desde entonces no he vuelto y quiero ir nomás que agarre agua la nube, buena persona como todos los de la zona serrana del norte de La Paz.
Platica don Cano, de las muchas anécdotas que tiene, que viviendo en Umi durante varios días vio mucha “juella” de “lión” (puma) alrededor del rancho, se le hizo raro que ningún becerro o chiva desapareciera y se confío, un días cuál sería su sorpresa que le hicieron falta 11 chivas que no bajaron al agua ni amamantar sus crías, en la tarde de ese mismo día le dio para checar a ver qué había pasado, se llevó un “saloncito” .22 de un tiro, mecate y un cuchillo, había caminado quizás una hora siguiendo las “juellas” recientes del “lión” cuando se topó cerca de una cañada con las 11 chivas muertas, dos de ellas “comidas” casi por completo, fue entonces que encontró explicación del porqué no habían “bajado”, pronto se le hizo tarde y tuvo que regresar al rancho.
Al día siguiente después de colar y tomar café fue por las chivas, no iba porque no había necesidad, bajaban solas, pero ese día decidió ir por ellas con el “saloncito” en el hombro, cerca del rancho, quizás unos setenta metros, divisó al “lión”, era una “liona”, la vio y ni se inmuto, don Cano tomó el rifle, no para dispararle sino para espantarla, disparó al aire, la “liona” agarro el trote pero no se veía muy asustada, más delante, como dos horas después, otra vez que se topa con la “liona”, hace otro disparo al aire para asustarla en aras que se espantara, la “liona” volvió hacer lo mismo, ese día por fortuna no registro perdida de chivas ni ganado, de regreso al rancho don Cano Pérez tomó la decisión partir de ese día de vigilar los alrededores del rancho en la mañana y en la tarde.
La historia se repitió a lo largo de dos semanas tiempo en que la “liona” desapareció por completo de la zona, don Cano no quería matarla, simplemente ahuyentarla lo que logró con tantos disparos que hizo al aire, días después de que la “liona” dejara de verse en la zona se encontró con la guarida, tenía dos crías en una cueva cerca del rancho, con excepción de las 11 chivas que mató no hizo más daño. Me comento, contrario a la creencia que hay, que rara vez mataba venados, “liones” solo que si se cebaran e hicieran daño, que por fortuna fueron pocos los casos, nuca mató coyotes, zorras, gatos monteses, mapaches, tejones nunca, salvo alguna liebre para comer de vez en cuando.
Conocía muy bien los “liones”, vivió en una zona de “liones”, así que a cada rato se topaba con ellos, me comentó que por naturaleza son muy mesteños, no se dejan ver fácilmente, si no andan enfermos (con rabia) o con hambre no atacan, le tienen mucho miedo a la gente a quienes esquivan con gran facilidad, un animal astuto y hábil que le ha permitido sobrevivir a lo largo de los siglos en un medio hostil y difícil compartiendo y más de las veces disputándose el terreno con el hombre (rancheros). ¡Qué tal!.
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