Gruñidos
A mis colegas y amigos periodistas en su día, deseándoles que sigan honrando ejercitando el libre tránsito de la expresión sin dejar de presentar cuartel en defensa de la libertad de expresión, un derecho seriamente amenazado como en los tiempos del “chacal” Victoriano Huerta.
Fiel a mi compromiso de no escribir de política por dos razones que creo que vale la pena airear; la primera porque estoy demasiado viejo para confrontarme y la segunda porque no tengo credibilidad para echar chingazos, de ahí que de nuevo acuda a la “técnica de la crinolina de rodear todo en su alrededor sin tocar nada en el centro”, dentro claro está, de la inacaba serie la vida inútil de Pito Pérez, tengo a bien compartirles una anécdota que me paso hace un par de años viniendo del “Aguajito de Moreno”, rancho del “Prieto” Sosa; días antes había decidido ir a pasar un sábado para convivir con doña Cuca Savin y el “Prieto” Sosa, en esos días habían hecho tamales en mi casa al estilo del “paraje” de los García de costillas de puerco, con camotes en lugar de papas, envueltos en hojas de plátano, pedí que me guardaran 15 sin cocer, crudos, y los congele, la idea -tal como ocurrió-, era cocerlos en el rancho y que el “Prieto” guisara frijoles caldudos para acompañarlos, el “Prieto” tiene muy buen sazón, así que un sábado después del desayuno ¡Fierros! pal “Aguajito”; armé una pequeña despensa pal “Prieto”, aparte lleve tres kilos de frijoles azufrados nuevos recién “garroteados” en las tierras de temporal de la colonia “2 de abril”, de Las Pocitas y manteca, compre pan, azúcar, café y unas piernas de pollo para dejárselos a mi amigo Salome Sánchez en el “Cirguelo de Muñoz”, siempre que paso sale al camino para invitarme a tomar café, buen amigo o brindarme de lo que tiene en las hornillas, frijol, arroz, sopa, tortillas de harina y en ocasiones un pedazo de queso, ese día no fue la excepción, le deje el café, el pan y las piernas de pollo y le dije, al regreso cuelas café para llegar a tomar, llevaba apuro porque había que poner los tamales y el frijol en la lumbre para la hora de la del “perro” (comida).
A media mañana llegue con el “Prieto” y con la misma a revivir el “atizadero” luego de decirle cuál sería el “menú”; tamales de costillas de puerco con frijol guisado con mucha manteca que quedaran bien caldudos ¡Quihúbole!, así que de inmediato manos a la obra, así que para las tres de la tarde estábamos “apiando” la olla con los tamales y a darle que no era mole de olla, ya que almorzamos le pedí que colara café para llenar mi vaso y ¡fierros! agarrar la brecha de regreso, me regrese temprano, casi a vuelta de rueda porque quería ver en los “sesteaderos” un torete “cuatroañero” que tenía con el “Prieto” que le quería meter cuchillo para el día de mi cumpleaños y revisar algunas cañadas a ver si veía un “hijuelachingada”, iba solo, no llevaba armas excepto un machete que traigo en el respaldo del asiento del pick up y un cuchillo con funda que me regalaron en “Las Animas”, lo mío es disfrutar el paisaje oliendo los romerillos y hierbas del pasmo, recuerdo que hacía poco que había mandado pintar el pick up -en realidad le dieron una manita de gato- así que me vine desvarando sobre la brecha las partes malas donde había brazos de uña de gato, torotes y palo adanes, no vi el torete en los “sesteaderos” y le seguí a vuelta de rueda atento a ver que veía, me “apie” un par de veces del carro para revisar unos ancones y hondonadas y nada, un kilómetro y medio antes de llegar al “Cirguelo”, me “apié” nuevamente del carro para desvarar una parte mala y enmontada y le di varios metros más delante dejando el pick up a un lado de una cañada más a menos a cien metros de donde andaba desvarando cuando de pronto escuché un extraño gruñido que no pude identificar de qué era, y seguí desvarando, otro gruñido más de suerte que fueron varios gruñidos que escuche cada vez más cerca de donde andaba, así que decidí regresarme pal carro y seguir mi camino, había quedado de llegar con Salomé al “Cirguelo” a tomar café, trescientos metros antes de llegar al “Cirguelo”, cruzando el arroyo, dejé de escuchar los gruñidos.
Legue al “Cirguelo” y de inmediato me sirvieron café, Salome es el ranchero y vive solo, solo y su alma, un par de perros que lo acompañan, buena persona, sencillo, servicial y muy humilde, le platique lo del gruñido y me comento que dos o tres días antes había ido a la leña y también escucho los gruñidos, me fije bien a ver si veía “juella” y que crees, era la “juella” de un “leoncillo”, no lo vi pero la “juella” si, aquí al rancho no va a llegar por los perros, pero sé que anda merodeando aquí cerca, ha de traer hambre y sed, me comento, ya con aviada me platico como son los “leoncillos”, yo nunca los he visto, según Salome y varios rancheros que me han platicado, es más chico que el “lion” (puma), entre el gato montés y el “lion” (puma), es más agresivo y no le tiene miedo al hombre, eso sí son escasos de ver, son como una sub especie del “lion” (puma) que conocemos pero más chicos, nunca crecen como un “lion” (puma) pero son más grandes que un gato montés. También tengo referencias de la existencia de dos tipos de “liones” (pumas) que se dan en BCS; uno que es color amarillento y grande y el otro con un color más oscuro tirándole a cobrizo que es más chico, también muy difíciles de ver porque son animales muy escurridizos y matreros. Ya que tomé café me despedí de Salome con el compromiso de regresar en cuando pudiera para preparar unas chopas asadas en las brasas o un frijol con corvas, como las “pepenas” de Ángel Gajón. ¡Qué tal!.
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