La viejita y el zorrillo
Está anécdota la plática el “Chichi” Amador, sin embargo hay quienes aseguran que se trata de la nana del “Chichi”, de un hecho ocurrido en un rancho en la zona de la delegación de Los Dolores (Las Pocitas) a principios de los 60’s; dice el “Chichi” que tenían la costumbre todas las noches en tiempo de frío de prender un “atizadero” en el patio de la casa para protegerse del frío y ponerse a la platicar las buenas nuevas del día, en tiempo de calor hacían lo mismo pero no prendían “atizaderos” con el fin de disfrutar el viento que corría libre y sin obstáculos desde las mesas y cañadas que rodeaban el rancho; a la abuelita, una viejita ya entrada en edad, la sacaban todas las noches, la sentaban en una vieja poltrona y sin entrar en conversación escuchaba el “guiri guiri” de sus hijos, nueras, yernos, nietos, bisnietos y tataranietos con una taza de café en la mano; era un ritual todas las noches, pobres de que no sacarán aun cuando caía el “weste”, sereno y simplemente hiciera mucho frío, la viejita otro día se “amachaba” y no quería probar bocado, en ocasiones ni café, era terca y no había quien la hiciera cambiar de parecer.
Cuando las nueras andaban de “buenas” hacían chimangos para cenar con frijol y queso o amasaban harina para destenderlas en el comal, hacía té de hojas de limón, de yerba del venado o de canela, el caso era echarle algo a la “panza” y mover las quijadas, la viejita ya había vivido sus tiempos entonando o bailando vals, chotis, tangos y baladas de Agustín Lara, Carlos Gardel, Felipe Carillo Puerto, Joaquín Pardavé y los Churrumbeles de España, entre otros; su ajuar se componía de una blusa de manga larga y naguas negras que le cubrían hasta los talones con la cabeza amarrada con una pañoleta o paliacate; por su edad no platicaba lo único que pronunciaba con mucha claridad era cuando pedía agua, café, comida o que la sacaran a la “lumbrada” en la noche.
Una noche cualquiera sin que nadie se diera cuenta ya que terminaron de platicar y se dispusieron a dormir, acostada ya en su cama la viejita comenzó a quejarse insistentemente, decía que le dolía mucho un talón, de inmediato la revisaron y para sorpresa de todos la viejita traía una mordida en un talón que sangraba profusamente, nadie sabía que le había pasado y que animal la había mordido, aunque de la herida expulsaba una agría peste a zorrillo, por deducción lógica supusieron que era un zorrillo, un zorrillo que nadie vio ni nadie sintió; le curaron la herida y liaron un trapo para que no siguiera sangrando, luego de darle dos Magnopirol para el dolor.
Al día siguiente le dijeron que la llevarían con el doctor y la viejita se amachó, no y no, no quería ir a ver al doctor, por más que le insistieron y le advirtieron que le iba a dar la rabia porque la había mordido un zorrillo, su repuesta era no, no quería ir con el doctor, pasaron varios días y la viejita seguía “amachada” que no quería ir a ver el doctor, que no tenía caso ir, pa’ que tanto gasto se excusaba, así que un día uno de sus nietos se la “ideó”, –me dicen que fue el mismo “Chichi” Amador–, tomándolo como un reto personal, dijo, “¡Ah con qué no quieres ir!, vamos a ver de qué cuero salen más correas”; esa misma noche después que metieron el bacín debajo de la cama a la viejita para que orinara y no saliera en la noche por su edad y que no “juera” a caerse en la oscuridad, en la mañana muy temprano, antes de que le llevarán café, le echaron dos Alka Seltzer en el bacín y comenzó hacer mucha espuma en los orines, agarraron el bacín y se lo enseñaron, “mira, te está dando la rabia y no quieres ir con el doctor” le dijeron”, la viejita se asustó mucho y pedía a gritos que la llevaran con el doctor, por eso no es bueno “amacharse” y decir yo solo las puedo. ¡Qué tal!.
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