¡Qué tiempos aquellos!
Leona cebada
A mi joven amigo Kin Amador , con el afecto de siempre
Francisco, es un joven que apenas peina los veinticinco años de edad; de complexión delgada, alto y tez blanca, se decidió por la vieja tradición de sus padres de cuidar chivas; él las pastorea y está al pendiente que el rebaño llegue sin chivas o chivos perdidos al corral: Nadie mejor que él conoce las sierras que colindan con Toris, donde pastorean rebaños de chivas, y nadie como él conoce cada recoveco, “sestiadero” y pasadero de chivas en plena sierra.
Su “chamba” es por demás rutinaria; muy temprano en la mañana, casi con el “lucero”, abre las puertas de los corrales para que salgan las chivas a pastorear (basurear dicen ellos) seguidas por dos perros “chiveros”; ya en la tarde, antes de que se oculte el sol, ordeñarlas y encerrarlas en el corral; cuenta cada chiva, chivo y cría, verificando que el rebaño esté completo, si falta una, dos o más chivas ¡fierros! a buscarlas. No obstante que se apoya de dos “perros chiveros” para cuidarlas, seguido son sorprendidas por coyotes que les dan “baje” con alguna chiva, sobre todo crías.
Un día se le perdieron dos chivas, una de ellas a punto de parir, buscó los “carcajes” durante varios días y nada, el último día se topó con “juellas” fresquecitas de lión (puma) y no dudó de que era el causante; consiguió tiros (22) y calibró un viejo saloncito (rifle) de un tiro (22) para salir a buscar al animal, fueron varios días de córtale “juella” aprovechando al mismo tiempo de cuidar las chivas; perder una chiva, chivo o cría resulta frustrante; ellos viven de eso, de la cría y explotación de las chivas.
Francisco se “entercó” hasta dar con el causante del presunto depredador que había causado fuertes bajas en distintos rebaños de chivas de ranchos vecinos, así que todos los días se “ajuareaba” con una ánfora de agua y un “saloncito” 22, y se iba detrás de las chivas, husmeando en cada cañada, ancón y “sestiadero; donde veía auras sentadas en los cardones o volando en círculos, no dudaba de investigar a qué se debía la presencia de carroñeros en determinadas zonas; fueron varios días se seguir auras y nada. Un día menos esperado, caminando por una mesa, muy cerca de su casa, vio como un “flahazo” un animal que se desplazaba a ras de tierra; dudó que fuera coyote o gato por el tamaño del animal, lo siguió varias horas hasta que lo vio, casi frente a frente, a menos de cinco metros; una leona grande, gorda, protegida en el tronco de un datilillo; le soltó un “pajuelazo” pegándole en las arpillas; la leona reaccionó y se le armó queriéndolo atacar, le monto cartucho al “saloncito” y le soltó otro “pajuelazo” pegándole arriba del sobaco, la leona sintiéndose acorrala intento subirse al datilillo y se resbala, corre tres metros más delante y su encarama en un uña de gato, ahora sí acorralada por los “perros chiveros”, le suelta otro “pajuelazo” más sin causar mayor daño, la leona intenta enfrentase con los perros, inmediatamente piensa que si ataca a los perros los mataría de un zarpazo, así que le metió el grano del 22 a la cabeza de la liona y le suelta el cuatro “pajuelazo”, la leona herida se baja del uña de gato y los perros terminan de matarla; un precioso ejemplar, forrada de manteca, con varios chivos en su haber; la cuelga en la misma uña de gato y se dirige a su casa a buscar ayuda para “paletearla” hasta el rancho, ya en el rancho se llevan mecates y cuchillos para sacarles los “dentros” y “paletearla”, en el rancho le quitarían el cuero y la destazarían; la piel la mandarían curtir y aprovecharían la carne como finalmente sucedió; comieron costillas azadas y la carne la “pulpearon” para machaca.
Este año, llovió poco como dos temporadas, se les han perdido varias chivas; ejemplares que van desde los seiscientos a los dos mil pesos, imagínese lo que les significa cuando viven de las chivas y no hay más “chamba” ni ingresos que de las chivas; comentan que seguido ven “juellas” de lión que antes era muy raro ver, mientras los burros “mesteños” prácticamente han desaparecido de la zona cazados por “liones”; venados se ven muy pocos no obstante de ser una zona cinegética de apareamiento y paridera del venado bura, lo que confirma que en las partes altas de la sierra hay poco que cacen, por eso se “descuelgan” a las partes planas y bajas donde se asientan los ranchos chiveros.
Hay ranchos donde se han acabado las chivas sin que nadie sepa porqué o a qué se debe; algunos le echan la culpa a los coyotes “cabezas prietas”, porque no dejan rastros; lo más probable es que sean “liones” que esconden sus presas. La “liona” que fue sorprendida y abatida por Francisco en una mesa muy cerca de su rancho, cuenta con robustecidas sospechas de haberse comido varias chivas en los alrededores, dejando como “rastros” y evidencias de su presencia, profundas “juellas” en las partes arcillosas de la sierra. ¡Qué tal!.
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