* Lluvia de pescado
El relato que hoy les comparto me lo confío mi viejo amigo, Pilar “Pilarillo” Almaraz, en una de tantas “parajeadas” hace ya algunos ayeres; si hay algo que le reconozco que no es mentiroso y la fidelidad a la amistad al menos con un servidor, de manera que el relato lo asumo bajo mi entera responsabilidad. Me reveló nombres de los protagonistas y del “campo” pesquero donde se escribió la fatal y desgarradora historia que por respeto a la familia me reservo sus nombres, esto ocurrió en los primeros años de la década de los 50’s, muy cerca de La Paz, “Pilarillo” ya se había convertido, a sus escasos 12 o 13 años, en un auténtico hombre de mar, comenzaba a destacar como buzo y pescador, eran tiempos que la costa estaba virgen, había mucho pescado; garropa, pargo, caguama, tiburón, mantarraya, mero, vaqueta, cochito, perico, jaiba, langosta, caracol chino y caracol burro y ostiones etc., eso sí a precios muy bajos o castigados, con muchas dificultades para acomodar (vender) su producto, visitar en aquellos años cualquier campos pesqueros, tanto en el pacifico como en el golfo, era un placer ver las estibas de pescado seco, langosta y caguama, en lo personal me tocó ser testigo de la abundancia de pescado allá por 1977-1978 en La Ballena, El Conejo, La Aguja, El Progreso, Cedros y La Ventonita; varias veces me tocó desayunar machaca de langosta y garropa seca en Cedros, rancho de don Fernando Cerecer, tuve el gusto de conocer así como ver los sembradíos de tomate, cebolla, maíz, repollos, chiles, betabeles, sandías, melones etc. en Cedros.
Años antes, muchos antes atrás, “Pilar” hacía sus “pininos” como pescador y, ocasionalmente como cazador, había hecho amistad con un viejo pescador (protagonista de esta historia) que le tenía muchas deferencias y cariño, ya por su destreza, por su indomable juventud o simplemente porque le caía bien, a sus 12 o 13 años seguido lo acompañaba hacer mareas (pesca) o salir a buscar un venado o alguna liebre, de suerte que le tenía mucha confianza y por la misma confianza le confiaba pasajes de su vida personal e íntima, el pescador rondaría los 50 años de edad, hombre maduro, cabeza de una familia de 5 hijos; tres hombres y dos mujer, todos ellos grandes; un día salieron a buscar un venado, día estaba despejado con mucho sol y sin viento, ni idea de lo que ocurriría; concentrados en la búsqueda de la presa, enteramente en lo suyo, de pronto se nubló cerrándose el cielo con nubes negras cargadas de agua y comenzó a llover a cantaros en cosa de unos minutos, de pronto vieron como caían pescados que quedaban en las copas de los cardones y en los matorrales de matacoras y palo adanes, lo curioso o extraño fue que la torrencial lluvia solo cayó únicamente donde ellos andaban, en un diámetro no mayor de doscientos metros, ya que pasó el inesperado “aguacero” el pescador se sentó y le habló a Pilar, “no aguanto lo que traigo adentro, me ando ahogando, ven te voy a platicar”, le dijo, Pilar desconcertado se acercó a escuchar aquel angustiado hombre y tembloroso que se ahogaba por dentro, fue allí donde le confío que se “metía” con una de sus hijas, estaba embarazada de él, ya había tenido otro embarazo que le habían provocado el aborto, el pescador se veía desgarrado, hecho tiras, balbuceaba, nervioso, sudando, Pilar quedo estupefacto, paralizado al escuchar lo que le revelaba, en ese mismo rato se regresaron al “paraje”, mientras Pilar seguía grody, sin reaccionar.
Esa misma tarde se produciría el fatal desenlace; el pescador agarró un “cuete” de dinamita que tenía para “cuetear” lizas y chopas y se encamino hacía un pequeño estero de mangles, iba solo, su familia lo vio sin imaginarse lo que pasaría minutos después, en una de las orillas del estero había un par de mezquites donde sentó por espacio de un par de minutos, agarró el “cuete” de dinamita, lo prendió y sin soltarlo de la mano lo apretó con el puño y se lo puso sobre el pecho, el “cuete” explotó volando pedazos de carne del pescador por todos lados, al escuchar la detonación la familia corrió a ver qué había pasado y qué creen, el pescador estaba hecho tiras, destrozado del pecho, se le veían sus dentros, la sangre brotaba a borbotones, manos y pedazos de carne por aquí y por allá, y el pescador vivo, tembloroso con la mirada perdida, inmediatamente los trasladaron a La Paz donde sobrevivió tres días muriendo finalmente en el hospital.
No una sino varias veces me ha platicado Pilar este relato, tal cual se los comparto, me resisto a creer más no lo pongo en tela de duda, a sabiendas que mi amigo que ya peina los 84 años de edad de edad, es y siempre ha sido un cabron de marca pero no es mentiroso, en lo personal he convivido con él a lo largo de los últimos treinta años o más, y nunca lo he agarrado en una mentira, si el relato me lo hubiese confiado recientemente le otorgaría el beneficio de la duda, pero no, hace muchos años que me lo confió y me lo ha reiterado en varias ocasiones. ¡Échense ese trompo a la uña?
Para cualquier comentario, duda o aclaración, diríjase a victoroctavioBCS@hotmail.com