Alfredo Gonzalez Gonzalez
Cómo nació la casa presidencial.
Se ha dicho que la conseja oral es una de las fuentes de la historia mas valiosa porque cuando se relatan sucesos por gente seria cobran valor. Nuestro sensei en periodismo en muchos aspectos fue un luchador social llamado Alejandro D. Martínez. Le toco estar cerca del general Agustín Olachea Avilés y fue un hombre valioso para esta tierra. Un día por la tarde cuando el crepúsculo reventaba hacia el oeste estábamos en una casa sin lujos ubicada por el malecón, esto fue lo que me conto. Un día siendo gobernador del territorio don Agustín le solicito a Miguel Alemán Valdez que visitara la entidad. La respuesta fue que no tenían una casa digna de recibir a un jefe de estado. Olachea Avilés que era un águila descalza tomo el guante en el aire, regreso de la Ciudad de México, hizo una serie de reuniones y decidieron hacer una casa.
Que seria la casa presidencial. Con material de la región y la aportación de familias pudientes con vigas juradas con una sustancia resistente lograron hacer un lugar digno que pudiera ser el orgullo de esta tierra. La mano de obra en una gran parte la llevo a cabo elementos del quinto batallón de infantería. Su batallón que vino desde Nayarit con el cuando se hizo cargo de la comandancia de la plaza.
Fue invitado a una visita al presidente y orgullosamente le dijo: “aquí tiene las llaves de lo que hoy es la casa presidencial” y entonces le contesto: “déjalas para que las disfrute el pueblo y visitas distinguidas”. Desde entonces el coromuel se convirtió en un centro de bañistas de todas las edades con un restaurante que lo tuvo a cargo muchos años don Arturo Sotelo. En fin, después Vícto rLiceaga Ruibal dono al pueblo de la Paz la playa norte y asistieron con sus familias la primera parte. PLAYA QUE FUE VENDIDA A UN NORTEAMERICANO DE APELLIDO CURTIS que posteriormente aparecía como testigo del gobierno del estado y posteriormente como procurador general de justicia. Fue en la época en la que asesinaron al joven Jonathan Hernández.
Hay algo pendiente. El por que la gente se acostumbro a llamarla el caimancito. Si usted se va a la explanada del kiosko del malecón y dirige su mirada hacia aquella zona hay un promontorio que se asemeja a la figura de un caimán. Por eso la gente se acostumbró a llamarlo “El Caimancito” y fue Liceaga Ruibal quien abrió la puerta para que lo conocieran en su interior. En desayunos modestos a base de empanadas, tamales y menudo donde asistía la gente de colonias populares, organismos sindicales. Pero como dice la canción: “te vi llegar y sentí la llegada de un ser desconocido”… las distancias separan las ciudades, las ciudades destruyen las costumbres.