Alfredo Gonzalez Gonzalez
Un hombre llamado Domingo Carballo Félix
Nacido en los litorales del rancho de los Inocentes, Carballo Félix, producto de una serie de esfuerzos continuados. Vamos a platicar un poco de él. Por ejemplo unos días después de haber regresado de Puebla y haber sido condecorado por el presidente de la república, su máxima presea dorada Ignacio Manuel Altamirano por 50 años de esfuerzos entregados a la educación me toco acompañar a quien lo sustituía en la dirección del institución que hoy lleva su nombre el maestro Manuel Cigarroa.
Me quedé a solas con él, su mirada delataba melancolía y la impotencia de ya no poder seguir haciendo lazos por la educación. Me mostro la preciada presea. Me dijo: “Tócala” y espero que algún día lo logres. Para entonces el que suscribe ya se desempeñaba como catedrático de la Normal.
Había días que saludaba uno al llegar y lo encontrábamos observando hacia el horizonte el cerro atravesado. Su pantalón de caqui, sus zapatos negros, el chaleco verde y la camisola de manga larga ligeramente arremangada. O bien, pedía acompañar a los practicantes en un camión del tabanco Ruiz se le acondicionaba alguna silla y junto al equipaje y los muchachos con el hacían el camino mas corto. Era un tipazo, el sello distintivo de su rostro era su nariz pronunciada.
Tuvo como características principales la humildad, la modestia. No hubo estudiante que no se acercara a pedirle los 20, los 30, o incluso los 10 pesos y el decía: “es preferible esos préstamos que enrealidad eran un obsequio, obsequiárselos antes de andarlo buscando por otro lado”. Enseñaba con refranes, de esos sabios proverbios. El día que recibió el máximo nombramiento se le hizo una asamblea a la sudcaliforniana. Era uno de los días mas grandes de su existencia. Las cocineras del internado organizaron pequeñas hornillas en la plaza cívica, unas haciendo tortillas de harina, otras colando café, otras mas friendo las cazuelas con frijoles y otras mas con machaca, cerraban el circulo, las repartían y mataban los platillos con pitaya cocida. En le presidio, el secretario general de gobierno, si mal no recuerdo era el Lic. Rafael Castillo Castro, un buen hombre acompañado desde luego por autoridades educativas. Y transcurriendo la asamblea, a los acordes de canciones nuestras como “El Chaberán”, “El Conejo”, “El apasionado”, “La suegra”, y bailables orquestados por hermosas muchachas de la normal.
Llego el momento solemne, se respiraba un ambiente porque además decoraban los alrededores con cactus y flora silvestre propia de nuestra región. Vivimos momentos inolvidables. Se escucho la voz del maestro Carballo, daba las gracias a todos: “pero quiero decirles una cosa, no creo haber hecho tanto, para merecer tanto”. Y en ese momento todos nos pusimos de pie y aplaudimos a rabiar. Cerraría el discurso sin adjetivos de alto voltaje y dijo: “en estos momentos nuestros muchachos se encuentran en las sierras, en las costas, en ciudades y algunos lejos donde vieron la luz del día que algún día regresaran”.