¡Aquellos días!
* El chevroletito de Porfirio
En memoria del patriarca del Llano, a dos años de su partida
Cuando Porfirio Amador QEPD compró este pick up -Chevrolet Apache 1958- una de sus primeras salidas fueron a Umi, esto debe de ver sido afínales de 60 o principios de los 70, tenían días que no bajaban las chivas, le habían dicho que las habían visto en Umi que se ubica a mitad del camino real que va de Los Llanos de Kakiwui a Los Burros, una especie de altiplano donde hay un par de ranchos, Porfirio rara vez montaba en bestia (caballo), lo suyo era caminar a pie sin importar las distancias –esto me lo confeso antes de morir-, pero como tenía “carro nuevo” se le hizo más práctico ir a buscar las chivas en el chevroletito que a pie, invitó a Chencho Amador, su hermano e hicieron la salida muy temprano, llevaban agua, mecates y cuchillos, no ocupaban más.
En ese tiempo el camino estaba casi intransitable, muy malo, exigía destreza para gobernar el volante (timón), Porfirio era un hombre noble, bien intencionado, muy trabajador pero muy malo para la “chofereada” (manejar), y como no le bajaba la velocidad al chevroletito donde había brincos, tepetates y arroyos, el chevroletito aguantaba todo estaba a toda madre; buen motor, buena trasmisión, buenas llantas y buena suspensión, así que no tardó en llegar a Umi, ya en Umi sin demorarse se pusieron a buscar las chivas, a cortarle “juella”, a husmear “trillas” y “sesteaderos”, antes de comenzar la búsqueda se pusieron de acuerdo, si encontraban las chivas uno los arrearía a pie hasta Los Lllanos de Kakiwui y el otro se llevaría el carro, ese día caminaron hasta cerca de los cinco de la tarde sin ver las chivas, “juellas” ni “trillas” y se regresaron al lugar dónde habían dejado el chevroletito, venían desanimados, con el “pico caído”, al llegar detectaron muchas “juellas” de “lion” (puma) alrededor del chevroletito, no tardaron en ver que eran de una “liona” y dos crías, se internaron en el monte siguiendo las “juellas”, las “juellas” de la “liona” y sus dos crías iban pisando sobre las “juellas” de ellos, recorrieron un buen trecho hasta que comprobaron que los iban siguiendo, como no llevaban armas con la misma se regresaron donde tenían el chevroletito.
No obstante que Porfirio tenía buen carro, sus travesías las siguió haciendo a pie, era muy bueno para caminar, recurría al chevroletito solo cuando había necesidad, de lo contrario él seguía desplazándose como siempre lo hizo, a pie, eso sí seguido viajaba a Toris y a la Soledad a jugar voleibol que le fascinaba, de suerte que el chevroletito seguido le satisfacía sus caros sueños y caprichos, transportándolo de un lado a otro no excepto de contratiempos y fallas mecánicas en el camino, no sabía ni madre de mecánica, así que donde le falla allí lo dejaba y él se iba a pie, un día en época de lluvias se dirigía a Toris, y en medio del camino se topó con tremendo “aguacero”, algo le paso al chevroletito que en una cañada se le paro el motor y ya no quiso encender, estuvo haciéndole mucho la lucha hasta que se acabó la batería, no se esperó y se regresó pa’ Los Llanos, ese día salieron “bufando” las cañadas, en la tarde que regreso por el carro no lo encontró, se lo había llevado la avenida de agua de la cañada donde le había quedado descompuesto, varias historias como esta, no tan trágicas como las que hoy les comparto le pasaron al buen Porfirio durante el tiempo que fue propietario de varios pick up, eso sí donde le fallaban allí los dejaba tirados. ¡Qué tal!
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