Mañana se cumplirán sesenta y cinco años del fallecimiento de la luchadora del movimiento armado mexicano, coronela Dionisia Villarino Espinoza, ocurrida en su pueblo natal Todos Santos, de esta municipalidad paceña, donde sus restos descansan en una modesta tumba del panteón de ese Pueblo Mágico y no existe en ese poblado ni en el resto del estado, ningún recinto oficial o monumento para rendirle homenaje.
Durante la lucha revolucionaria iniciada para terminar con el régimen presidencial del general Porfirio Díaz, participó activamente en varios combates, prestando servicios de enfermería atendiendo los heridos y trasmitiendo también información de inteligencia a los grupos armados sobre la movilización de las tropas federales enemigas.
La revolucionaria sudcaliforniana, Villarino Espinoza, fue hecha prisionera y recluida en una cárcel la ciudad de Guaymas Sonora, de donde logró fugarse y después al terminar el conflicto armado, ya con el grado de coronel del ejército mexicano, continuó desarrollando tareas sociales y políticas y al conformarse el Partido Nacional Revolucionaria se afilió a este organismo político.
Años después, el quince de febrero de mil novecientos treinta y cinco, la coronela Dionisia Villarino Espinoza, fue nombrada Vocal de la Comisión de Higiene y Profilaxis, donde se distinguió por su labor y el veinte de abril de mil novecientos treinta y ocho, el Comité Nacional del Frente Único Pro-Derechos de la Mujer, con sede en la Ciudad de México, la designa y faculta, para que en el territorio de Baja California Sur, organice a las mujeres en grupos filiales que luchen por los derechos de la mujer sudcaliforniana y mexicana.
En el año de mil novecientos cuarenta y tres, el gobernador del Territorio de Baja California Sur, general Francisco J. Múgica Velázquez, le otorga como reconocimiento a su labor, un diploma cuyo texto señala “Por la patriótica aportación que prestó a la legalidad de la República, durante los aciagos días que dieron vida al movimiento revolucionario, como estímulo de un pueblo agradecido”.
A pesar de sus valiosas aportaciones al desarrollo social y político del país y la defensa de los derechos de las mujeres sudcalifornianas, actualmente, en su pueblo natal, Todos Santos, no existe ningún monumento para recordar el natalicio o fallecimiento, de esta luchadora revolucionaria y de los derechos de la población femenina.
Mientras tanto las casas, donde nació y en la que transcurrieron los últimos días de su vida, son actualmente negocios dedicados a la venta de artesanías para turistas, de las cuales solamente en la primera de ellas está colocada una placa, señalando su natalicio en ese lugar, como atractivo comercial, del establecimiento llamado “Galería La