En el bainoro
Con mis sinceros deseos a Don Luis Coppola Joffroy, por un pronto restablecimiento
Jesús “Pachi” Ojeda, un viejo roble a quien siempre admiré, murió según me dicen sus familiares, en 2012 a la edad de 96 años, hombre de trabajo rudo, la imagen que conservó de él vestido siempre de caqui o pantalón de mezclilla, sombrero de palma, guaraches de hule de llanta con correas de vaqueta, muy fumador -fumaba cigarros argentinos-, muy bueno para la platicada, siempre cabestreando un burro; abastecía de fustes para hacer sillas de montar a mi tío Loreto García, talabartero, era muy bueno para trabajar la madera, destrezas que alternaba con su vida de ranchero, recuerdo que hacía sillas, camas de lías, mesas, armarios y burriquetes etc., con madera de chino, madera muy resistente, todavía he visto trabajos de él tal como si los hubiese hecho reciente; trabajar los fustes para las sillas de montar, fueran vaqueras o texanas, se requiere de una madera especial para forjar las molduras y curvaturas, así como para confeccionar los estribos, la madera que se usa es de bainoro, un árbol que se da en la sierra, en lo profundo de la sierra, aunque en las partes planas colindantes con la sierra también se ven pero son mucho más escasos y de menos grosor (troncos) que los que se dan en lo profundo de la sierra.
Mi tío Loreto García en ocasiones se le juntaba la chamba con pedidos de sillas de montar propiamente de todo el estado, normalmente cuatro sillas al mes, en ocasiones hasta seis, no era un ajuar barato al contrario era caro, había quienes se daban ese lujo o gusto de mandarlas hacer, así que siempre llegaban visitas de diferentes partes del estado y de rancheros de la zona que le mandaban hacer trabajos de talabartería como cintos, fundas para pistola, rifle, machetes, cuchillos, navajas, bolsas etc., era buen talabartero cuyos trabajos eran garantía, así que al “Pachi” también se le juntaba la chamba para hacer los fustes, de ahí que seguido tenía que subir a la sierra a traer madera de bainoro, cuando subía a la sierra por madera “parajeaba” en la sierra y era de un día para otro, siempre lo acompañaban, él llevaba cabestreando dos burros para cargar la madera.
En una de esas salidas se hizo acompañar de su hijo Chema Ojeda, su hermano Alberto “Beto” Ojeda, que era mi padrino, José Amador, mejor conocido con “José cuervo” por lo moreno o renegrido de la piel y Fortunato “Nato” González, del rancho El Mezquite; mi padrino “Beto” Ojeda era buen venadero, de ahí que en ocasiones se le pegaba al “Pachi” para buscar un “hijuelachingada” (venado), los demás eran acompañantes de ocasión; cuando hacen su salida para subir la sierra se encuentran a José María Ojeda Montaño, primo hermano del “Pachi”, conocido como “Cacha de palo”, y se alborota; les dice “váyanse yendo, hay los alcanzaré más tarde, tengo unos pendientes que hacer en mi casa, nomás que me desocupe iré”, el ya conocía la zona donde “parajearian” donde cortaban la madera de bainoro.
A media tarde llegaron al lugar donde acamparían y cortarían la madera, esa tarde dejarían “visto” los bainoros que cortarían al día siguiente que traerían, “parajearon” en un portezuelo en la parte alta de la sierra cuya vista dominaba varios kilómetros a la redonda incluyendo un par de ancones en la parte plana y el zigzagueante paso de un arroyo, llegando levantaron el “paraje”, le quitaron los burriquetes a los burros y los “maniarón” para que “jueran” comieran y no caminará mucho en la noche, dejaron vistos los bainoros y se dispusieron a juntar leña para prender una fogata en la noche, todavía no oscurecía cuando escucharon un chiflido entre los ancones de la parte plana y dijeron, por allí viene “Cacha de palo”, buen rato se quedaron con esa impresión escuchando el chiflido más cerca de donde estaban “parajeados”, cuando comenzaron a escuchar más cerca el chiflido los burros se pusieron nerviosos, ariscos, mi padrino “Beto” Ojeda conocedor de la zona dijo y de “liones” dijo, ese no es “Cacha de palo” ¡es un “lión”! poniéndose en máxima alerta, prendieron una fogata (lumbrada, dicen en mi tierra) y atrincaron (amarraron) los burros cerca del “paraje” y esperar; el caso es que “Cahcha de palo” nunca llegó, de ver ido muy probablemente se hubiese topado con el “lion”, para esto ya había oscurecido, era una noche sin luna, los burros no cesaban de rebuznar y jalonearse de los mecates, mi padrino “Beto” cargó el arma que llevaba y se puso a la expectativa, todos estaban atentos a ver qué pasaba, cuando de pronto entre el monte vieron dos ojos cuyas gemas se encendían con la luz de la fogata, mi padrino “Beto” Ojeda dudó de tirarle un “pajuelazo” pensando que podían ser los burros, solo unos segundos vieron las gemas y ya no volvieron a verlas, toda la noche estuvieron alternándose para que uno de los cinco mantuviera vigilado el “paraje”, otro día muy temprano vieron las huellas de un “lion” (puma) que había pasado a unos metros de donde estaban “parajeados”, cortaron la madera de bainoro y a media mañana comenzaron a descolgar de la sierra llegando en las primeras horas de la tarde al rancho San Ignacio, al día siguiente se enteraron que un día anterior, en la madrugada, había caído un “lión” con la rabia en Boca de la Sierra, en una casa al pie de la sierra que colinda con el canal que viene de la presa, mató dos perros y varias gallinas, el “lion” se descolgó por el arroyo metiéndose en un ancón enmontado, cuando llega el ranchero a su casa se encuentra con la novedad de “qué algo había pasado”; había dos perros y un par de gallinas muertas en el patio trasero de su casa, en realidad los que estaban en la casa no se dieron cuenta, así que fue a ver alrededor del gallinero donde estaban muertos los perros y las gallinas, cuando vio las huellas de un “lion” regresó a su casa por un arma, la cargó y le cortó huella con la intención de cazarlo, conocedor y consciente de lo que había pasado, al rato le dio muerte al “lion” donde estaba escondido en el tronco de un enorme encino tupido de chicuras, era el mismo “lion” de los chiflidos que pasó cerca del “paraje” donde estaban en la sierra.
Historias como esta que pueden parecer planas y triviales, sobre todo a quienes no son de Baja California Sur, gracias a estas historias se ha construido a lo largo de más de trescientos años lo que hoy somos, un estado surgido del sacrificio y de las limitaciones y los desafíos que impone el desierto, tierra de contrastante que ha hecho posible la cristalización de infinidad de proyectos de vida desde el origen mismo de nuestra sedentaria identidad, que es y ha sido el rancho; hablar hoy del rancho y del ranchero sudcaliforniano resulta un despropósito, un gesto burlesco y hasta ofensivo, porque el terreno plano, ese sí plano, padeciendo gobiernos que los han negado, desdeñado, que dejaron de dar la mano amiga, sin apoyos de ningún tipo, utilizados en los discursos de campaña y fotografías o selfies para darle contenidos a propaganda chafa, nunca antes como hoy el rancho y el ranchero sudcaliforniano habían estado tan desprotegidos, indefensos y olvidados mientras desde las instancias de gobierno no paran ni cesan de promover la cultura afromexicana, los empoderamientos a favor de los indígenas y emigrantes e imponer ideologías de género. ¡Linda cosa!.
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