En memoria de don Francisco González, Eutimio y Manuel González Márquez. Descansen en Paz
Sin el rigor metodológico ni el marco teórico que exige toda publicación de historia, hoy les compartiré una reseña -así le llamó- que me compartieron los descendientes de don Manuel González Márquez, conocido como “Panza de Lion”, -versión de la familia-, sobre los hechos que desembocaron en los cobardes asesinatos de su papá y un hermano en 1913, justo en la mesa de Caduaño, muy cerca de la “cuesta de Vázquez”, donde se libró uno de los enfrentamientos más cruentos durante el movimiento maderista en el distrito Sur de Baja California -similar a la del Clavellinal- entre las fuerzas federales comandadas por el Cabo Leocadio Fierro y la partida revolucionaria encabezada por el Gral. Félix Ortega Aguilar.
Desde que comencé a tener uso de la razón se ancló en mi mente aquella imagen que vi por vez primera en 1962 o posiblemente antes, de las tumbas donde descansan don Francisco González y su hijo Eutimio González Márquez, masacrados por las fuerzas federales del Cabo Fierro en 1913, después conocí los hechos en libros de historia y relatos que se comentan a modo, tal como lo manipulan los historiadores (locales) de la vieja escuela de “copia y pega”, historiadores que los ha cautivado Carlos Lazcano con su manoseado cuento de la California originaria surgida de la Calida Fornax de los libros de caballería de Garcí Rodríguez de Montalvo.
Y que mejor momento para hacerlo que dándole la bienvenida y gracias Dios por permitirme 66 años de vida andando de aquí pa´ allá haciendo poco menos que nada, y en ocasiones ni eso, motivado siempre a resaltar el valor del ranchero sudcaliforniano y su compromiso con su tierra y con país; los hechos ocurridos en la Decena Trágica tras los asesinatos del presidente Francisco I. Madero y del Vicepresidente José María Pino Suárez, asquearon a los mexicanos contra el gobierno usurpador de Victoriano Huerta, de ahí el apoyo y simpatías que despertó el movimiento orteguista no solo en la rancherada sino en todo el distrito sur de Baja California.
Don Francisco González y su hijo Eutimio, este último de escasos 14 años, vivían en el racho La Fortuna cerca de El Mezquite, la familia simpatizaba con los orteguistas, y en la medida de sus posibilidades apoyaban el movimiento revolucionario con bastimento y con información sobre los despliegues de los federales, ese día que ocurrieron los repugnantes hechos, don Francisco y su hijo Eutimio bajaron de la sierra con destino al “Plan de los dos”, escasos dos kilómetros de Caduaño, donde estaban acampadas las fuerzas orteguistas, venían cabresteando dos mulas con bastimento para las fuerzas revolucionarias, abro un paréntesis para especular en qué podía consistir el dichoso bastimento en aquellos tiempos de pobreza extrema y en plena época de secas, más allá de carne seca, queso y miel de abeja resulta difícil y aventurado imaginarse otra cosa; don Francisco y el niño Eutimio ya que tomaron la mesa de Caduaño, poco antes de descolgar sobre la famosa “cuesta de Vázquez”, se toparon con el Cabo Fierro y los federales que se dirigían a San José del Cabo, al toparse con don Francisco y su hijo Eutimio los interrogaron en aras de saber para quién era el cargamento y hacía donde se dirigían, don Francisco y el niño Eutimio opusieron fuertes resistencias sin revelar los motivos y los destinatarios del cargamento, allí mismo son fusilados quedando sus cuerpos tendidos en el suelo, el Cabo Fierro sigue de frente hacía San José del Cabo sin reparar que los cuerpos habían quedado tirados en el suelo, justo donde fueron cobardemente masacrados.
Ese mismo día en un punto distinto del camino -camino de brecha o terracería- los orteguistas mandaron a don Lucas Marrón para que espiará entre el monte el paso de los federales, se fijara la hora en que habían pasado y contara cuántos soldados integraban la tropa, don Lucas Marrón era un jinete experimentado pero sin cautela y sin nociones de “inteligencia militar”, comete un gravísimo error de salir al camino montado en la bestia, los federales lo ven y de inmediato le sueltan varias descargas de máuser, don Lucas se interna en el monte y como era buen jinete, de inmediato pone pies en polvorosa, los federales no lo siguen porque se les pierde y además no querían entretenerse, lo que querían era llegar a San José del Cabo, esa misma tarde el Cabo Fierro regresa de San José del Cabo a Caduaño donde estaban acampados y tenían los fortines, cuando pasan por el lugar donde habían asesinado a don Francisco González y a su hijo Eutimio González Márquez, ven los cuerpos que aún permanecen donde mismo, ellos no le habían dado sepultura porque no llevaban herramientas, al llegar a Caduaño donde había palas, picos y talachos, ordena que le den santa sepultura, va un grupo de gente de Caduaño a cumplir la orden del Cabo Fierro y son sepultados casi a flor de tierra, respetando el lugar donde quedaron tendidos en el suelo allí cavaron las fosas topándose con enormes piedras enterradas que no pudieron mover, así que fueron enterrados a escasos centímetros de profundidad, con el tiempo les hicieron una tumba de mampostería rustica pintada con cal con los nombres de don Francisco González y Eutimio González Márquez, así como la fecha que ocurrieron los hechos, con el tiempo le hicieron un cerco a las tumbas con horcones de palo zorrillo parados muy bien hecho, así lo conocí los “Difuntitos”.
Esto motivó que Manuel González Márquez, “Panza de Lion”, de escasos 16 años, se diera de alta en las fuerzas orteguistas con quienes combatió con férreo coraje y decisión hasta el último día de la revolución orteguista en el distrito sur de Baja California, muriendo en 1985 a una edad muy avanzada, tuve la fortuna de conocerlo y tratarlo infinidad de veces, visitaba a mi bisabuela Enedina Cota, su comadre, años después me enteré que en Todos Santos, en uno de los últimos combates que libraron contra los federales encabezados por el Cabo Fierro, le dio muerte al federal que había asesinado a su papá y a su hermano, entre los orteguistas no tardó en conocerse el nombre y las generales del federal que les había dado muerte, siendo en un encuentro en Todos Santos donde el Cabo Fierro estaba atrincherado en una vieja casa de adobe (ladrillo), uno de los compañeros de Manuel González, “Panza de Lion” le indicó quién era el federal, “Panza de Lión” le tiende la carabina 30/30 dándole muerte de inmediato, “Panza de Lión” como la mayoría de la tropa que conformaba el movimiento orteguista en el distrito Sur de Baja California era un excelente tirador, creado toda su vida en la sierra, imagínense.
Un día le pedí a mi amigo y paisano, Raúl Marrón Rosas, que me hiciera el favor de tomarle fotos a las tumbas y me las enviara y me sorprendí con su repuesta; “las tumbas fueron profanadas hace mucho por un buscador de tesoros”, me comento; en 2013, al cumplirse 100 años de los fatídicos hechos, siendo alcalde de los Cabos Tony Agúndez mando construir nuevas tumbas, las que aparecen en la foto, honrando así a los próceres sudcalifornianos; hace unas semanas murió Alfredo González, amigo personal y periodista que tuvo una destacada amistad con los Ortega que colaboró en varios trabajos referidos a la participación del Gral. Félix Ortega Aguilar en el movimiento revolucionario en el distrito Sur de Baja California Sur, me tenía encargada fotos de los “Difuntitos” que desgraciadamente no lo complací, hoy que las tengo las compartiré con amigos míos estudiosos e interesados en nuestra historia, y las compartiré con mucho gusto, también quiero aprovechar el “raite” para darle encarecidamente las gracias a mi amigo y paisano, Agustín Ojeda Castro, amigo de Manuel González Márquez, “Panza de Lion” y vecino del rancho La Fortuna, cercano al rancho San Ignacio donde estuve remontado cuatro días las semana pasada; darle las gracias por su hospitalidad y por compartirme su versión sobre los hechos que me ayudaron enormemente a enriquecerla y dar mayor luz de los hechos, vaya para él mi agradecimiento permanente. ¡Viva BCS! ¡Viva BCS! ¡Viva BCS!.
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