Parada en corto
Quiero aprovechar este día que tiene una connotación muy especial para quienes nos dedicamos a trabajar opinión pública, para hacer un par de precisiones a manera de disculpa pública: La semana pasada publiqué un par de fotos cuyos orígenes y propósitos son muy distintos a las interpretaciones malévolas que se les dio; se trata de una comida que me ofreció Héctor Montaño con motivo de celebrar 44 años de ejercer el periodismo, una reunión meramente familiar y privada, convite que le agradezco profundamente, entre las fotos publiqué dos imágenes de un pecho de caguama -así les decimos los sudcalifornianos, no tortugas- para ilustrar la reunión; un pecho de caguama golfina, ambas fotos que me compartieron desde hace tiempo y que guardo celosamente en mi archivo personal como muchas fotos de paisajes etc., la publique no para burlarme de nadie ni para presumir impunidad, sino como un ejercicio periodístico que realizo desde hace muchos años en aras de honrar y preservar nuestra cultura y tradiciones, lo nuestro, justo lo que nos dio identidad y pertenencia desde el surgimiento de nuestra “comunidad de sangre” hace más de trescientos años hasta convertirnos en una gran familia, la gran familia sudcaliforniana que hoy somos, de ahí que ofrezco una disculpa pública a la opinión pública, a los ambientalistas y a los grupos dedicados a cuidar y defender la tortuga en BCS.
Sin embrago creo que el tema se exharcebó y se pasó de “tueste”; desde el mismo día que publique las fotos he sido objeto, sujeto y blanco de una serie de amenazas, insultos agresiones llegando a límites insostenibles e insospechados, desconozco -y espero que no- que el tema no se haya politizado dado los ríspidos niveles de violencia que ha alcanzado de los que he sido y soy objeto y blanco predilecto, tengo muchos años consagrados a rescatar, preservar, conservar, impulsar y defender nuestras costumbres y tradiciones, de ahí la serie de anécdotas, relatos, crónicas y reseñas que he publicado a la largo de los últimos años sobre la vida cotidiana del sudcaliforniano, ejercicio que seguiré haciéndolo honrando de esta forma la vida del sudcaliforniano hasta el fin de mis días, lamento que hayan malinterpretado mis propósitos y éstos hayan derivados en una especie de acción concertada echándome encima toda la caballería, la verdad que no se vale. Muchas gracias, que Dios los bendiga.