La zorra y el gavilán
En febrero o marzo de hace algunos años me habló Pilar Almaraz “Pilarillo” para que “juera” pal ejido (Conquista Agraria), tráete a mi compadre -así tutea al Vidorria- para ir a buscar un “hijuelachingada”, ese mismo día hable con el Vidorria y armamos la salida esa misma tarde, allá dormiríamos y en la mañana saldríamos a caminar, hecho y dicho, a las siete de la tarde ¡Fierros! pa´ Tierra Santa, yo tenía un toyotita Tacoma todo jodido de la carrocería que mis chamacos le pusieron el nombre de Tundra, en ese tiempo los Tundras estaban de moda, acaban de llegar a La Paz, subí los “tendidos” ´pa´ dormir, una muda de ropa, un termo y cigarros, que no faltaran mis tabacos, al llegar a la casa del “Pilarillo” nos recibió un rico olor que salía de la cocina sin saber qué era, estaban friendo empanadas de carne y de frijol, llegando nos apersonamos en la mesa y comenzamos a cachar empandas del sartén a la mesa, sobre la mesa un chopo de queso fresco de El Rosario, muy buen queso, sin faltar café de grano recién colado, esa noche ora sí que en fast track me comí tres empanadas, dos de fríjol y una de carne, tres empanadas para mí son una exageración porque como poco, aunque de seguidito, allí mismo el “Pilarillo” dio la orden de que nos envolvieran en una servilleta de trapo varias empanadas de carne y de fríjol, huevos cocidos y un termo de café de “lonche”.
Esa noche nos acostamos temprano pensando en la chinga que llevaríamos al día siguiente, en la madrugada, como a eso de las cuatro de la mañana nos habló el “Pilarillo” con el estribillo “levántese huevos, ya es hora”, nos levantamos y directo a la cocina a tomar café y llenar el termo de café, recoger las empanadas que nos había dejado en la mesa doña Cloti -esposa del “Pilarillo”-; subir al “Tundra” una tara con mecates, cuchillos y un garrafón de agua, las armas y a darle, aún estaba oscuro, llevamos tres rifles; el .6 milímetros del “Pilarillo”, un .223 de Víctor Guluarte que le prestó al “Vidorria” y la pochita, una vieja carabina 30/30 de grano libre que me regalo Víctor Guluarte, los dos primeros con miras telescópicas, apenas habíamos dejado el “lucerío” del ejido cuando nos botó un “hijuelachingada”, precioso animal de 8 puntas, como llevábamos las armas detrás del asiento del carro no nos dio tiempo de sacarlas, ver botando el animal sobre las compas de los algodoncillos, palo adanes y mata coras es un espectáculo reservado pa los que madrugan, una chulada, no le tiramos porque no nos dio tiempo, ya aclarando llegamos al arroyo del Condeno donde “parajeamos” a la vera de un palo verde sobre la orilla del arroyo, allí mismo trazamos el ,plan de caza, más bien el “Pilarillo”; el Vidorria se internaría en un ancón, el “Pilarillo” caminaría en forma de herradura “U” parab “arriar” si había venados en los barrancos y cañadas y yo subiría al segundo cerro del Condeno para “peinar” más territorio, recuerdo que hacía frío, un poco de viento “colla”, estaba muy nublado como que quería llover, en la noche había caído mucho sereno, los brazos de las gobernadoras, lomboyes, mata coras y algodoncillos muy mojados, como si hubiese llovido, mientras no escale el cerro el parte fue sin novedad con excepción que desde hacía rato veía el vuelo a ras de suelo de un precioso gavilán sobre la cima del cerro, no sé porque me llamó la atención, así que caminé sin perderle detalles al vuelo del gavilán, ya que subí el cerro y comencé a caminar sobre la cima me gusto el terreno; monte bajo, no más alto de un metro incluyendo ciruelos del monte, mezquites, torotes, palo adanes, gobernadoras y lomboyes, el terreno plano pero muy pedregoso, casi no se puede andar, y justo cuando estaba oteando el terreno cerca de donde estaba pasó el gavilán en medio de un llorido por el aleteó volando a ras de tierra, mientras no me cayó el veinte vi dos veces lo mismo, así que decidí esconderme en un frondoso algodoncillo tupido de capullos y me metí dentro de el para observar y ver que lo estaba pasando, al poco rato de estar al acecho divise un pequeño animal que corría pegado al suelo, inicialmente pensé que era un zorrillo pero no, era una zorra que andaba cambiando sus crías de un lado pa´ otro, de ahí los vuelos a ras de tierra del gavilán, estuve buen rato presenciando aquel espectáculo hasta que en una de esas el gavilán logra quitarle del hocico la cría a la zorra, la zorra gritaba desesperadamente persiguiendo al gavilán, después de esto ya no volvió el gavilán con sus desafiantes vuelos a ras de tierra, la zorra la perdí de vista y en eso se me “jue” la mañana, me olvide de la “venadeada” viendo la tremenda lucha por la supervivencia que libraba la zorra contra el gavilán, pasadas de la una de la tarde me regrese al palo verde donde estábamos “parajeados” a comer empanadas y huevos cocidos, ese día nadie agarró nada, así que regresamos a Tierra Santa bien comidos pero con las manos vacías, de no ser por estos pasajes, infinidad de pasajes que he vivido, difícilmente estaría compartiéndole mis anécdotas con el rigor pedagógico de un maestro de primaria, pero como las he vivido porque me gusta, tengo en suerte ´la enorme dicha de compartirlas con mucho gusto con ustedes y con quienes me dispensan con su valioso tiempo leyendo mis garabatos. ¡Qué tal!.
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