Los regímenes populistas, como su nombre lo indica, buscan la popularidad entre
el pueblo con regalos y promesas, que les permitan ganar simpatías, seguidores y
votos. No importa que sean mentiras o políticas que aparentemente beneficien a
los pobres, pero que en la realidad los empobrecen más.
Los populismos los pueden generar gobiernos calificados de izquierda o de
derecha, su común denominador es que gastan en programas para ayudar a los
pobres, sin reflexionar que esas ayudas las pagarán tarde o temprano los pobres
vía la inflación, que generan sus gastos sin ingreso, o las deudas que crean, que
se pagan con aumentos de impuestos que elevan los costos de producción y de
comercialización, los que incrementan los precios y llevan a los pobres a una
mayor pobreza al reducir más su poder de compra.
Otra de las promesas de los populistas es reducir la desigualdad, entendida como
quitar a los ricos para dárselo a los pobres, lo que reduce la inversión y la creación
de empleos.
Los populistas se presentan casi siempre como nacionalistas, manipulan el
patriotismo para engañar a gente buena, que no alcanza a diferenciar entre las
políticas económicas que ayudan verdaderamente a los pobres y las que solo
sirven para ganan popularidad entre los ignorantes, a costa de crear desequilibrios
presupuestales, que ayudan una vez a los pobres, pero no los sacan de pobres.
“Les dan pescado, pero no los enseñan a pescar”, ni crean las condiciones para
que progresen por sí mismos, sino que aumenten la dependencia del gobierno.
Lo único que les piden a los pobres es su voto. A través de líderes corruptos que
les reparten fracción de las ayudas que les da el gobierno, después de apartar su
parte, aumentan su dependencia de los gobernantes.
Cuando un gobernante habla mucho de lograr la igualdad, hay que tener cuidado,
porque es un populista y demagogo, que crea falsas expectativas entre los pobres,
quienes solo pueden salir de pobres cuando aumentan el número de empresas
que crean empleos, existe una estabilidad de precios y las libertades, que les
facilita a los pobres el convertirse en pequeños empresarios.
Lo demás es demagogia, que aumenta el número de pobres, “carne de cañón”
para los gobernantes populistas.