De repente, a los que ya andamos arañando la época de la vida en la que vamos cuesta abajo, nos invade la nostalgia. ¿Recuerda usted alguna anécdota que le pasó con su entonces novia, ahora su esposa? La pregunta, obviamente es para los casados. En la época del noviazgo solemos ser un tanto hipócritas. ¿O no? Si la candidata a suegra nos invita a comer en la casa de la novia, nos hacemos de la boca chiquita y apenas probamos bocado.
¡Ah! pero cuando llegamos a nuestra casa o nos detenemos en alguna taquería de esas que hay por todas partes, nos damos una atracada que pa´qué le cuento.
Una ocasión me invitaron a un pozole en casa de la suegra. “Muy poquito por favor”, dije engolando la voz. No quería que mi novia se diera cuenta de que yo le pegaba duro, pero…a la Maseca.
Si el orgullo me tiraba, el hambre me levantaba y ese día se cumplían tres días sin que hubiera probado bocado alguno, pero si evidenciaba ante mi futura familia política, que me gustaba hincar el diente, era posible que se opusieran a mi noviazgo.
Aprovechando que todos estaban distraídos saqué una pata (del puerco en el pozole, no de las mías, ¡claro!) del plato de mi cuñado y traté de esconderla debajo de la mesa para consumirla después, con tan mala suerte que allí estaba el Firulais (de la raza Gran Danés) a la caza de desperdicios de comida y al ver el suculento hueso con nervio lo atrapó y empezó el jaloneo. Hubiera visto el desmadre que se armó.
Tiramos toda la mesa y lo que había arriba de ella y nos quedamos todos sin comer. “Joven, para que le quita su comida al Firulais, me hubiera dicho y yo le sirvo otro plato no que ahora nos quedamos todos como los niños de Biafra”, dijo mi suegrita con tono afable, aunque en sus ojos se reflejaban dos pistolas de esas que usaba Billy The Kid en el Viejo Oeste.
Casi, casi escuché que me decía, como aquel valeroso general mexicano: “Si tuviera parque, no estaría usted aquí”. Otra ocasión, para reivindicarme con la suegra, aproveché los festejos del 10 de Mayo para llevarle serenata.
La idea era que yo interpretara las mañanitas para apantallarla, pero como uno de mis poquísimos defectos es el de no cantar ni en el baño, y ante la imposibilidad de pagar algún trío o trovador solitario, decidí llevarme la vieja grabadora que compré en una segunda “de oportunidad”, con un Casette que contenía la famosa canción.
Yo haría la fonomímica como si estuviera cantando realmente. O sea, el Playback, tú lurio, como dicen Los Huizapoles
Todo iba muy bien con las mañanitas hasta que de repente, se empezó a escuchar como si estuvieran cantando Las Ardillitas de Lalo Guerrero y otra vez me fue como en feria.
“!Váyase con sus ardillas, mucho a…Los Pinos!”, se escuchó la voz de mi suegra, sumamente molesta. Lo bueno es que como fui boxeador, esquivé la bacinica a tiempo.
Ya que no había quedado muy bien con la suegrita, esperé al Día del Padre para homenajear al suegro.
Me fui a la tienda El Mero Mero Baratero y compré a 5 pesos una docena de calcetines Made In Hong Kong, para apantallarlo al fin y al cabo que como era pariente de Gabino Barrera, usaba huaraches de baqueta y casi siempre andaba en la borrachera.
Por la noche, me espanté cuando fui de visita a la casa de mi novia, pues allí estaban los de la Cruz Roja junto con los bomberos y uno de ellos, presuroso, se bajaba con las Quijadas de la Vida, una herramienta que sirve para cortar lámina y fierro retorcido en los autos accidentados.
Resulta que mi suegro muy saleroso se puso un par de calcetines de los que le obsequié, pero como eran de ínfima calidad, el resorte de estos se le ciñeron en las canillas como si fueran cepos, o trampa de osos y fue necesario que intervinieran los bomberos antes de que se le gangrenaran las patas.
Ya se imaginará usted lo que pasó después: Con los años, les envié una postal desde el Polo Norte…
COLLAGE: Mediante los esfuerzos que suma con el sector educativo para impulsar la cultura del autocuidado entre las nuevas generaciones de sudcalifornianos, que fomenta la toma de decisiones favorables para su bienestar, la Secretaría de Salud realiza visitas programadas a escuelas secundarias de La Paz, a fin de ofrecer información puntual para la prevención de Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS).