ALFREDO GONZÁLEZ GONZÁLEZ.
Se fue febrero y se marchó marzo, dos fechas significativas que pasaron desapercibidas para muchos ciudadanos. En febrero hizo su equipaje Alberto Alvarado Aramburo y en marzo, obviamente en diferentes años se marcho lo que era parte del paisaje sudcaliforniano, Ángel César Mendoza Arámburo.
Estas dos irreparables perdidas que también se suman la de Félix Agramont Cota y la del génesis de la vida política de los sudcalifornianos con don Agustín Arriola Martínez, seguramente son las referidas por el joven Agúndez, que vino, según él, junto con su brigada, para hacer cenizas a los paradigmas de esta tierra. No hace mucho Ángel César, sencillamente como le gustaba le llamaran, se marchó.
No hubo quien de todos sus amigos a nivel particular pudiera haberlo recordado.
Lo anterior no es responsabilidad de la administración sino de todos aquellos que se desgarraban las camisas por el hombre que logro estirar la comunidad familiar con la Uabcs ya con extensiones en diversos puntos de la entidad, lograron que los padres de familia pudieran hacer ahorros en sus ingresos. En el caso de Alberto, aconteció lo mismo, un hombre asesinado el día del amor y la amistad cuando fue lo que hizo durante toda su vida, realizar muestras de afecto y sembrar amigos. De Liceaga Ruibal, muere en condiciones que no merecía y los ganones de la historia fueron a hacerle un homenaje, si es en vida cuando se les debe hacer. Después el olvido porque el hombre, por naturaleza, es como dice el poeta: olvidan que los sepulcros necesitan flores.
Insistimos: como exgobernantes cumplieron con su guardia. Agramont, con el plan Benito Juárez y también interlocutor para la transformación de Territorio a estado. Después no hay más.
Pero se hace necesario, aunque no sea responsabilidad de los gobiernos subsiguientes que un gobernador no le tuvo miedo al recuerdo ni a la sombra de quienes han trabajado: Marcos Alberto Covarrubias Villaseñor, logró la presa que lleva el nombre de Alberto Alvarado Arámburo. Por eso tenía razón el hijo del hombre que trapeó y barrió con las instituciones sudcalifornianas. Narciso Agúndez Montaño, aprovechándose del Poder Legislativo expresó que venían a acabar con los paradigmas y vaya que lo saben hacer.
Sin embargo, no se debe olvidar a los hombres y mujeres que han ido logrando construir esta tierra. Esa pesadilla que les taladra el cerebro por no haber sido los primeros en esto o en aquello y que es parte de la identidad sudcaliforniana. Por ello es menester que mantengamos vivos nuestros valores, pero hay quienes desgraciadamente, no lo digo por el mundo oficial sino por que de aquellos que gozaron de la miel del poder ahora se esconden atemorizadas debajo de la cama. Esas experiencias deben ser asimiladas en la realidad porque hay quienes no respetan al jefe de la casa y esa es una forma de regresar el guante porque ya lo esta viendo el señor presidente y algunos gobernadores con justa o no razón no están de acuerdo con algunas acciones que ojalá no termine como el Rosario de Amozoc…