México, hacia la dictadura
Democracia es una palabra muy manoseada por los gobernantes, aunque no la practiquen. Es frecuente aumentar adjetivos que acompañan a la palabra democracia: socialdemocracia, democracia directa, representativa, popular, entre otras.
El factor fundamental de una democracia no es un triunfo electoral. Hitler y sus partidos aliados ganaron una elección en 1932, pero no por ello su gobierno fue clasificado como democrático.
El principal componente de la democracia es un gobierno limitado por leyes que obligan a los gobernantes a respetar la vida, la propiedad y la libertad de las personas.
En una democracia no pueden con una mayoría de votos matar a una minoría, ni expropiarles sus bienes o privarlos de su libertad. Bajo el término “derechos sociales” se practican políticas que violan los llamados en ingles Bill of Rights, y en español garantías individuales, que constituyen la parte más importante de una Constitución. Entre esas garantías están la libertad de prensa, de cultos, de movilidad, de enseñanza, de propiedad y de trabajo.
Derechos del pueblo o sociales son términos indeterminados, que disfrazan decisiones personales de los dictadores, quienes a nombre de todos violan las garantías individuales.
La característica principal de la democracia es un gobierno limitado por una Constitución, que respeta las garantías individuales y la división de poderes, que implica el “checks and balances”, pesos y contrapesos, que se da cuando un poder legislativo y judicial frenan y limitan al poder ejecutivo.
Nos alejamos de la democracia cuando un gobernante controla al poder legislativo, manipula al poder judicial y no respeta la Constitución, a la que reforma para que, en nombre del pueblo, de lo social, de los pobres, haga lo que quiera y le permitan realizar impunemente trampas en las votaciones.
Las elecciones no son determinantes para llamar democrático a un gobierno. Hitler, nacional socialista, consolidó su poder en 1932 al ganar una elección con el 66% de los votos, pero ese triunfo no fue suficiente para llamar democrático a su gobierno.
En México nos alejamos, día a día, de un verdadero régimen democrático y nos acercamos a una dictadura.